CLÁSICO…: Acerca del estreno en plataformas de «EL PADRINO III: EPÍLOGO». Por MAXIMILIANO CURCIO

En diciembre de 2020, con motivo de su treinta aniversario, se estrenó en cines un nuevo montaje, con nuevo inicio y final, ofreciendo imagen y BSO restaurada. Titulado «The Godfather Coda: The Death of Michael Corleone», Francis Ford Coppola, en el nuevo corte del filme, disponible en Netflix desde esta semana, altera secuencias y modifica el final.

Francis Ford Coppola (Detroit, 1939) nos regala un nuevo montaje de la última parte de la épica trilogía, basada en las novelas de Mario Puzo, “EL PADRINO, Epílogo: La muerte de Michael Corleone”, incluyendo un nuevo comienzo y final así como cambios en algunas escenas, planos y pistas musicales. La nueva edición refleja las intenciones originales de Mario Puzo y Coppola sobre EL PADRINO: PARTE III y ofrece, en palabras de Coppola, “una conclusión más apropiada a la primera y segunda parte de la trilogía”. Además la imagen y el sonido de la película han sido meticulosamente restaurados bajo la supervisión de American Zoetrope y Paramount Pictures.

La película solo tuvo un costo de 6 millones de dólares y tuvo una recaudación de más de 260 millones

FRANCIS FORD COPPOLA Y LA REFUNDACIÓN DEL CINE DE GANGSTERS

Mientras Hollywood se debatía en un tiempo de crisis y recambio, la renovación mediante la insurgencia de nuevos realizadores independientes le permitía a Francis Ford Coppola (padre de Sofia y tío de Nicolas Cage) montar una superproducción luego de su éxito dirigiendo films de indudable impronta ‘clase b’ como “El Camino del Arcoíris” (1968) y “Dementia 13” (1969). Estrenada en 1972 y basada en la novela de Mario Puzzo, “El Padrino – Parte I” permanecerá por siempre arraigada en la memoria colectiva, consagrada como una obra épica del séptimo arte. Gracias a semejante transposición, Coppola inventa una nueva mirada para el cine, ampliando los horizontes de una industria que pedía a gritos un cambio de rumbo.

Fascinante compendio de la visión cinematográfica del nativo de Detroit y piedra angular del nuevo cine gansteril, la primera parte de la trilogía se concibe como un fiel muestrario de sus dotes como virtuoso contador de historias. Incluyendo las traiciones, asesinatos y vendettas que abundan en la trama, podemos encontrar diversos retazos de vida dentro de esta gran película. Apoyado en la brillante disección de cada uno de sus personajes, como pormenorizado estudio de conducta social inserta en un ambiente corrompido hasta su núcleo a través de generaciones, Coppola consigue un clásico atemporal. Una indiscutible gesta cumbre del cine moderno americano.

Dos años después, el talentoso autor vuelve a deslumbrarnos entregando una secuela al mismo nivel de excelencia que caracterizó a la saga por completo. Una arriesgada jugada estilística alterna, con sobrada destreza, la historia presente y pasada de la familia Corleone, confirmando su notable talento. Magistral clásico con mayúsculas, “El Padrino – Parte II” (1974) nos arroja hacia un inaudito entramado narrativo de intenso devenir. Somos testigos de un festín cinematográfico en forma de oscuro y desesperanzado descenso a los infiernos, atiborrado de ambición, poder y corrupción humana.

La plataforma de streaming volvió a colocar en su catálogo la trilogía de El Padrino, dirigida por Francis Ford Coppola.

SINOPSIS: Michael Corleone, heredero del imperio de don Vito Corleone, intenta rehabilitarse socialmente y legitimar todas las posesiones de la familia negociando con el Vaticano. Después de luchar toda su vida se encuentra cansado y centra todas sus esperanzas en encontrar un sucesor que se haga cargo de los negocios. Vincent, el hijo ilegítimo de su hermano Sonny, parece ser el elegido.

Reseña del film original:

En 1990 aparece la tercera y última parte de la majestuosa saga de Francis Ford Coppola. Si bien esta entrega no se basa directamente en la conocida obra de Mario Puzzo, este participa en la elaboración del guión. “El Padrino – Parte III”. Treinta años después, su vigencia y renovado interés representa el singular caso de una película injustamente opacada por sus antecesoras, brillantes obras maestras del séptimo arte de improbable comparación. La historia ha tratado con cierta liviandad a la entrega final, quizás, en parte, podría cotejarse, dificultoso resultó a su creador acercarse al mecanismo narrativo anteriormente mostrado con superlativa destreza.

Michael Corleone (Al Pacino, sostén primordial de un metraje consistente de trescientos sesenta minutos) es el heredero del imperio de Don Vito e intenta rehabilitarse socialmente. En busca de legitimar todas las posesiones de la familia, lleva a cabo turbios negocios con el Vaticano. A lo largo de su evolución, observamos a un Padrino abatido en busca de su sucesor (encomiable Andy García, incipiente estrella de Hollywood), envuelto en una batalla sangrienta que pondrá en peligro la vida de su hija, encarnada por Sofía Coppola, hija del director y quien luego desarrollaría una interesante trayectoria detrás de cámaras.

Con su habitual dinamismo narrativo y estilización visual, un par de escenas apenas le bastan a Coppola para redefinir el legado de una saga que parecía adormecida en el tiempo, convirtiendo a la misma en un relato circular que vuelve a sus fuentes, mediante puntos en común con su origen, dos décadas atrás. La secuencia final, dueña de un espectacular clímax es aún uno de los mejores momentos del cine de los ’90. Ya sea por el afán de superación de Coppola, o por la necesidad de resurgir a toda costa entre la élite de Hollywood, la tercera entrega saga vio la luz dieciséis años después de su antecesora, generando admiradores y detractores en idénticas
proporciones.

Este capítulo atrapa mediante un abordaje tan polémico como punzante: la mafia y la iglesia son desnudados en su accionar. Los acuerdos sucios llevados a cabo con el Vaticano se ven expuestos de manera tan cruda como pocas películas en la historia se han atrevido. Atacando directamente a la Iglesia Católica y sus poderes, emplazada en 1979, el argumento sigue girando en torno de un Michael Corleone debilitado física y moralmente. Coppola retrata a un líder inmerso en una lucha más interior y metafísica, comprendiendo sus errores y exhibiendo sus flaquezas. El magnetismo que derrama Pacino, a cada instante, nos atrapa en un halo de inquietud y desconsolación, siendo testigos de la caída de un ser tan poderoso, frío e inquebrantable.

Brillante compendio argumental, “El Padrino -Parte III-” nos revela la cara más falible del crepuscular líder, indagando acerca de múltiples modos de buscar una salida al camino trazado a lo largo de una vida entregada al crimen. Conmueve y estremece ver desmoronarse a Michael tras su prolongada época de esplendor, sin mediar el más mínimo gesto y consciente de la admiración que podía llegar a despertar a su alrededor. Coppola nos transmite su vulnerabilidad, humanizando al otrora omnipotente jefe del clan.

Retrato crudo, violento e impiadoso, semejante historia precisaba un epílogo a la altura de lo aquí concebido, para corresponder a su inigualable herencia. El verosímil sobre el que se sostiene este submundo corrupto define una saga que nos deja perplejos y asombrados; la obra nos transporta hacia un paradigma completamente fascinante y visceral. En su canto de cisne, la naturaleza humana resultaba mucho más cercana y reconocible. Sucia e inmoral pincelada que engrosa las abundantes filas del género. Coppola lo había hecho de nuevo…

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