Conversaciones Siete Artes / Luciano y Nicolás Onetti, referentes del cine de terror en Argentina. Por MAXIMILIANO CURCIO

<<“LOS OLVIDADOS” FUE UNA EXPERIENCIA QUE NOS LLEVÓ A DARNOS CUENTA LO QUE ES HACER CINE>>

Los hermanos Luciano y Nicolás Onetti, referentes insoslayables del género de terror en Argentina, han construido una sólida obra cinematográfica, tanto en lo individual como en conjunto. En conversación junto a la revista, los responsables de joyas como “Abrakadabra” y “Los Olvidados” nos comparten el descubrimiento de la pasión cinéfila en viejos VHS, así como la importancia de aquellos directores que cambiaron por siempre la forma de ver y hacer películas. En una charla que deviene en auténtica carta de amor al séptimo arte, la dupla de cineastas nativos de la ciudad de Azul, reflexiona acerca de desafíos y riesgos que tomar a la hora de rodar desde la absoluta autogestión de independencia, de cara a un 2024 que los tendrá, nuevamente, como protagonistas de nuestra industria, con la intrigante “1978”.

-¿Cómo descubren la pasión por el cine?

Luciano: A los 19 años me fui a vivir a Mar del Plata, junto a mi hermano. Él estuvo un par de años conmigo ahí y en ese tiempo empezamos a coleccionar películas en VHS que nosotros veíamos de más chicos, como “Halloween” (NdR: 1978, John Carpenter), las de “Viernes 13” (NdR: la franquicia que debutara con el film dirigido por Sean Cunningham en 1980 posee, hasta la fecha, doce películas), “La Masacre de Texas” (NdR: 1974, Tobe Hooper). A mí, particularmente, me gustaban mucho las de George Romero, que eran películas de zombies. Aunque confieso que, respecto a la “Noche de los Muertos Vivientes” (1968), me gustó mucho más que la original en blanco y negro la remake de Tom Savini (NdR: estrenada en 1990); no sé si la habré visto más de doscientas veces. Es una peli de la que me gusta todo, tanto en lo actoral, cuestiones técnicas y la música. Te diría que es mi película preferida de terror…y después podría mencionarte otras de Romero. Mi hermano me hizo ver algunas que era más difícil de encontrar por televisión, que son las del género giallo, y así fue como empezamos a coleccionar esas películas. La primera que vi fue “El Pájaro de las Plumas de Cristal” (1970) de Darío Argento, después “Rojo Profundo” (1975) y “Tenebre” (1982), del mismo director. También recuerdo algunas otras de Sergio Martino y Aldo Lado.

Nicolás: Mis primeros recuerdos son a los cuatro o cinco años, acompañando a mi papá, cuando había surgido el furor por el videoclub en Argentina, ya sintiendo la intriga por las carátulas de los VHS y los posters que estaban ahí. Me sentía en otro mundo y me quedaba horas mirando los catálogos que te daban, ya de chiquito. Me acuerdo que todas las noches veía dos películas, porque alquilaba y en ese momento surge la pasión que se quedará toda la vida, acentuándose en tiempos donde la señal de aire se cortaba a las doce de la noche. Entonces, teníamos una videocasetera y y justo coincidió con la época que empezaron a cerrar los videoclubs, entonces comprábamos y las veíamos, una tras otra.

– Nicolás, ¿qué películas o autores cambiaron tu forma de ver cine? ¿a quiénes podrías recomendarnos entre directores y films de tu preferencia?

N: Dario Argento fue una clara influencia, de mis directores preferidos en cuanto a lo que es género; también John Carpenter y, personalmente, de lo que no es terror, Stanley Kubrick es mi director predilecto y “La Naranja Mecánica”, unas de mis películas favoritas. Otro de mis directores preferidos es David Fincher y no quiero dejar de mencionar a Wes Craven.

-Luciano, ¿cómo fueron los inicios en la dirección?

L: Cuando me fui a la ciudad de Azul, por cuestiones de salud de nuestra vieja, que se había enfermado de cáncer, largué todo. Esto fue luego de vivir nueve años en Mar del Plata, y en ese momento, de sentirse uno perdido porque era una enfermedad muy grave, que la luchamos durante cuatro años, se me ocurrió comprarme una cámara Nikon que era la D3100, una cámara de fotos que filmaba en 1920 x 1080, o sea, una resolución chica para lo que es el tamaño de cine, mínimo en 2k/4k. En ese momento, me compré unos guantes de cuero y comencé a hacer escenas en casa al estilo de lo que hacía Darío Argento. Filmé algunas cositas, empecé a aprender mirando tutoriales, a hacer montajes en programas de edición, le mostré algo a mi hermano y dijimos: ‘vamos a filmar una peli en Azul’. Yo hice “Sonno Profundo” (2013), que es una peli muy experimental y considero que es algo más artístico. Yo viajaba en ese momento y siempre me llevaba la cámara, y las cosas que veía las filmaba, entonces, después, fue como un collage y montaje de cosas diversas con una música extraña. La sorpresa vino cuando la mandamos al Festival de Sitges, quedó y gracias a esa peli conocí Europa. Nos invitaron, fue hermoso, y a partir de ahí nos dio el pie para hacer “Francesca” (2015).

-Nicolás, ¿cómo surge la idea de filmar “Los Olvidados”? ¿Cómo llegás a la posibilidad de filmar su secuela “Los Olvidados: Cicatrices”?

N: La idea surge en un viaje familiar, junto a mi papá y mi hermano, luego del fallecimiento de mamá. Es una ciudad que no conocíamos y genera un encuentro de sentimientos, ya que fue la ciudad que sufrió una inundación en el año ‘85 y permaneció bajo el agua, hasta que luego retrocedió y toda la ciudad en ruinas quedó al descubierto Y eso nos generó un encuentro de sentimientos muy fuerte, porque es algo que te da tristeza y a la vez te genera una sensación de asombro ante tal magnitud. Por otra parte, el slasher fue un subgénero que siempre nos interesó, y consideramos que era la mejor ocasión para que la idea de la película surja a partir de la locación, si bien en cine suele darse al revés.

-¿Qué expectativas vieron cumplidas en este proyecto?

N: La compañía italiana Minerva Pictures, que es la compañía que producía los spaghetti western en los ’70, nos ofreció un contrato de producción y, cómo nos pedían hacerla en inglés, mezclamos ambos idiomas en el argumento. La película anduvo muy bien, se hizo con el apoyo del INCAA y fue la primera película que hicimos bajo dicha condición. A raíz del éxito que tuvo, luego la compró Netflix para Latinoamérica y más tarde Amazon Prime Video, donde se puede ver actualmente.

-Nicolás, ¿cómo fue la experiencia de participar en el film de antología “A Night of Horror: Nightmare Radio”, junto a otros directores de renombre internacional?

N: La filmamos en el año 2018 y la verdad es que fue una experiencia muy hermosa. Fue la primera antología de terror que filmamos, y abrió muchísimas puertas hacia próximas antologías, y, es más, dada su repercusión se creó en la compañía un área afín. Hablamos con los directores acerca de la propuesta y todo se dio muy bien, ellos viajaron también, porque la peli estuvo en muchos festivales internacionales. Recuerdo a Sergio Morcillo, que es uno de los directores que la presentó en los festivales en España, nosotros hicimos lo propio en Latinoamérica, y también había un corto australiano, otro norteamericano y otro de Gran Bretaña. Fue una experiencia muy buena, porque nosotros tuvimos a cargo con mi hermano la dirección del hilo conductor de la película, o sea que es el nexo que une todos los cortos.

-Nicolás, ¿de qué manera se dividen las tareas en los trabajos en donde comparten dirección?

N: Trabajamos desde la parte creativa, desde lo que es el guión conjuntamente, con reuniones diarias en donde cada uno aporta lo que le parece, y en conjunto descartamos opciones. Pero no nos casamos con ninguna idea, porque eso puede llevar a que si eso sucede y no escucha al otro, ahí es donde empiezan los conflictos. Ahora estamos, justamente, co-dirigiendo con Luciano nuevamente, ya que desde el año 2018 no lo hacíamos. Con mucha más experiencia, ya que cada uno sabe las funciones que le toca. En el set eso está muy bueno porque, por ejemplo, ahora estamos filmando una película que cuenta con veintiún actores y doce extras, más treinta y cinco técnicos. Con semejante cantidad de personal sería imposible estar en todos lados de forma individual. Siendo dos, uno puede descansar en el otro un poco más.

-Nicolás, ¿qué evaluación hacés del estado de nuestro cine nacional?

N: Lo veo muy bien al cine argentino, creo que particularmente el cine de género está en su mejor momento. Ya desde hace un par de años que estaba en ascenso y yo lo venía diciendo, y este año, podemos corroborarlo. Es muy destacable lo logrado por “Cuando Acecha la Maldad”, de Demián Rugna, que es un colega que ganó recientemente en el Festival de Sitges -un festival de cine de género fundamental a nivel mundial- y se convirtió en una gran revelación a nivel internacional. Es importante el hecho de poder coproducir. En cuanto a nosotros, ya venimos haciendo películas para coproducción, y la última en este sentido refiere a Canadá, mientras que la anterior mía como director fue una coproducción con Italia. Lo que hace que el resto del mundo centre la mirada en Argentina, donde hay muchísimo talento. 

-Luciano, ¿qué valor tiene la música a la hora de teñir de adrenalina y tensión un género como el terror?

L: La música es muy importante. Salvo excepciones, creo que vi una de Alfred Hitchcock, “Los Pájaros” (1963), a la cual el director decidió sacarle la música y la peli funciona bien, en ese caso puntual. Yo, por ejemplo, compuse muchas de las bandas sonoras de las películas de Daniel de la Vega, que es un referente del cine de género de terror acá en Argentina, y él lo ha contado en una entrevista, que ha dicho: ‘Luciano, sálvame la escena con alguna música’. Y ahí te das cuenta de la importancia de la música, aunque a veces no está bueno abusar y manejar el suspenso con los silencios. A veces, estos dicen mucho más que lo que pueda decir una música. Sí, en cambio, me voy dando cuenta que las bandas sonoras de las películas de los años ochenta, noventa o dos mil, eran otra cosa a lo que se hace hoy en día. En la actualidad, las películas, como sabes, se filman en un mes y al otro ya están los cines, y uno dice: ¿cómo es posible? Estas cosas que son rápidas, es como decir: ‘bueno, hay que entregar ya la película terminada’, y eso se nota en la partitura. Entonces no le da tiempo a uno a que compongas la banda sonora. Y antes, por ejemplo, vos escuchabas el soundtrack y era increíble, porque podías hacer un disco con doce temas de seis minutos de duración cada uno. Recuerdo, por ejemplo, en las películas que actuaba Michael Douglas, del género suspenso. De modo contrario, hoy ves películas de la productora A24, y entras a los créditos y los temas duran veinte segundos, máximo un minuto y no hay melodías. Eso pasa mucho con la música que esta hoy de moda, tanto con el reggaetón como con el trap; son ritmos y no hay melodías y creo que con las bandas sonoras de hoy en día pasa eso. Uno, con un teclado en la casa, compone con colchones sonidos medio terroríficos, pero detrás no hay melodías. Aun así, es importante su aporte, ya que ayuda mucho a meter adrenalina y tensión; pero, insisto, que no está bueno abusar de la música, más que nada en momentos dramáticos, un tanto en desuso ya, sino más que nada en golpes de sonido para los jumps scares, y alguna cosita más que puede ir al final de los tracks, que, por lo general, son bandas de rock a las que uno les paga cuestiones de derechos de autor, lo cual conlleva también su complejidad.

-Ambos ejemplifican a la perfección el llamado cine de autor. ¿Cuáles son los principales desafíos de transitar registros genéricos sin encasillarse?

L: Filmar en Azul es lo que nos hizo encasillar en lo que es el cine de autor, que hace que no tengas tantas pretensiones. O sea, uno lo hace por pasión, no estás pensando en lo comercial ni en llegar a las grandes ligas. Entonces, proyectás por amor al arte en general, ni siquiera por pensar ‘vamos a hacer una película para llegar a tal lugar’. Por eso, creo que el amor en nuestras películas se notó. Con el tiempo, fuimos proyectando aún más, y así es como hicimos “Los Olvidados” (2018), que tiene algo de cine de autor en relación a que es como un homenaje a la película “La Masacre de Texas”, claramente, local y hecha en argentina. Creo que no estábamos preparados en ese momento como para decir ‘bueno, hagamos una película de género comercial’, y como para tratar, ni siquiera de competir, pero de estar a la altura de películas extranjeras. Cosa que es muy difícil en Argentina, si bien hoy, con el avance de la tecnología y al tener un poco más de acceso a cámaras del mismo nivel de otros países, quizás se hace un poquito más fácil.

-Luciano, has concebido una trilogía autoral como “Sonno Profundo”, “Francesca” y “Abrakadabra”. ¿Cuál es la mayor satisfacción que te deparó la profesión?

L: Al “Francesca” quedar en Sitges y que se vendiera a todos los países, para nosotros fue un sueño. Que saliera la película, de manera muy artesanal, con compañeros míos que trabajaban en tribunales, que no eran actores, pero tenían la presencia, el physique du role, por así decirlo, de esa época. Salían de tribunales y se iban al rodaje, esto dicho entre comillas, ya que éramos tres o cuatro personas, y nada más…un delirio. Después de “Francesca”, presentamos un proyecto en el INCAA, que fue “Los Olvidados”, que ganó el primer premio de Black Window, si mal no recuerdo, y de ahí fue la primera película hecha con presupuesto, ya a otro nivel. Filmamos con una cámara real de cine, con actores de renombre como Mirtha Busnelli y Gustavo Garzón, entre otros. Fue un mes intenso de rodaje en locaciones de Epecuén, que es un lugar en donde, gracias a Dios, nos acompañó el clima, porque la mayoría de las escenas eran en exteriores, y fue una experiencia que nos llevó a darnos cuenta lo que es hacer cine. Porque, a veces, la cantidad de planos que uno quiere hacer no se puede, por cuestiones de tiempo y logística.

-Luciano, ¿qué te llevó a realizar las versiones ‘Director’s cut’ de tus películas?

L: Hace poco terminé una versión ‘Director’s cut’ de “Sonno Profundo”, “Abrakadabra” (podés leer nuestra reseña acá: https://revistasieteartes.com/2019/05/10/rincon-cinefilo-abrakadabra-de-nicolas-y-luciano-onetti-por-maximiliano-curcio/)  y “Francesca”. En este último caso, quería hacerlo porque yo le había puesto muchos filtros al montaje para que pareciera estéticamente vieja y creo que ahí abusé un poco y nunca quedé conforme. Tampoco con los diálogos, porque los doblajes los hicimos en italiano, pero con gente de Azul. Y viste que, por más de que uno hable bien en italiano o en inglés, el que es de afuera se percata que uno no es nativo. Es lo mismo cuando nosotros escuchamos a un yanqui que habla en español y te das cuenta de que la tonalidad no es la misma.

-Luciano, ¿qué significa para vos el género giallo?

L: Yo te confieso que nunca fui fanático del giallo, como alguno quizás piensa, o en alguna entrevista lo tuve que decir, no sé si para quedar bien con el género, pero como hacia ese género… La realidad es que no he visto muchas de ese estilo, pero con ver dos o tres me daba cuenta enseguida de que iba. En cuanto a la estética, me gustaba mucho esta subjetiva de los planos del asesino y en esa resolución final que vos no sabías quién era y al final terminaba siendo alguien que no te lo esperabas. Pero me parecían películas muy lentas y largas (“Rojo Profundo”, por ejemplo, dura dos horas y media) y es una película que hoy no funcionaría en el cine, ni una productora pondría guita para hacerla. Pero calculo que en los años setenta debe haber sido algo fuerte. Mas que nada en Italia, porque el boom era competir con el fenómeno yanqui, de igual a igual con películas como “Martes 13”, “Halloween”, “La Masacre de Texas” (hecha con ínfimo presupuesto) y así marcaron una tendencia más comercial de lo que era el cine europeo, mayormente italiano y francés, por entonces.

-¿Qué aspectos estéticos y estilísticos confluyen en el cuerpo de trabajo que han podido labrar hasta la fecha?

L: La realidad es que elegimos el principio el género giallo porque era el que nos parecía más fácil de hacer, con poco presupuesto, que no lo teníamos y casi sin actores. En Azul no había nadie que hiciera cine, fue una elección más que nada por una cuestión de no contar con la estructura del tipo de cine que se hacía acá en Capital. Nosotros empezamos haciendo cine y no formamos parte de ese grupo que integran muchos directores referentes del género, que ya venían trabajando con apoyo del INCAA, y que involucra otra movida. Nosotros hacíamos películas con, a lo sumo, diez mil pesos. Esa era la ventaja de firmar en la ciudad Azul.

-¿Qué condiciones les posibilitó filmar en Azul?

L: Es una ciudad que, estéticamente, tiene muchas cosas europeas, tanto francesas e italianas, como sucede igual en la ciudad de Buenos Aires, solo que esta una ciudad mucho más chica (70 mil habitantes), entonces, la gente quizás es más amable, y eso se notó cuando nos prestaban artículos o elementos que íbamos a usar en la filmación de nuestras películas, y más que nada para ambientar toda una época -la de los ’70-. Por ejemplo, mi viejo conocía a una persona que trabajaba en un taller y que justo tenía un auto original italiano de Vicenza de aquella época,  y el tipo, muy amablemente, nos lo prestó para “Francesca”. Por eso nosotros siempre agradecidos de haber firmado y empezar todo esto allí.

-¿Cómo utilizaron la arquitectura de Azul, y en especial las obras de Francisco Salamone, en las locaciones de “Abrakadabra”?

L: Es un arquitecto que hizo muchas obras en el país, pero más que nada en la provincia de Buenos Aires. En Azul hay muchas obras: está el cementerio que usamos tanto en “Francesca” como en “Abrakadabra”. Después tenés la plaza y el parque, y todo eso nos ayudaba a que la película que estábamos haciendo, en ambos casos que te cito, ayudaba la referencia arquitectónica, porque como eran películas que no tenían mucho diálogo, el arte de Salomone (NdR: 1897-1959, arquitecto e ingeniero ítalo-argentino) le dio esa cuota de magia visual. Que todo va sumando, para la persona que es detallista y le gusta, y, además, que también era una manera nuestra de honrar a la ciudad en donde nacimos. Lo más importante, a veces, es que te vaya bien o mal en la vida, nunca olvidarse de donde uno vino, ¿no?

-Luciano, ¿qué nos podrías contar de tus últimos años filmando?

L: Luego de “Los Olvidados”, yo estuve mucho tiempo distanciado de mi hermano. Creo que fueron tres años, y él siguió haciendo su proyecto y terminó la secuela de “Cicatrices”. En ese momento, cuando terminamos de hacer estas películas en común y cada uno haciendo sus proyectos, yo me vine a vivir a Capital. Ya hace tres años que estoy acá y estuve este tiempo trabajando en la productora aeroplano, que ha hecho películas tanto de comedia, por ejemplo, “Re Loca”, con Natalia Oreiro; así como también ha hecho una de terror “Virus 32”, de producción con Uruguay, una película que le fue muy bien internacionalmente.

-¿Cuáles son los próximos proyectos en lo individual y colectivo para ustedes?

L: Yo, en realidad, hoy me considero además de director guionista. Sí, me gusta escribir algunas cosas de terror, pero lo que estuve haciendo últimamente es algo más dramático local y bien argentino, que espero, posiblemente en 2024, estar dirigiendo y produciendo, tal vez, si se puede. En abril de este año filmamos un teaser de quince minutos como para tentar a productores internacionales, que dirigí con la productora Aeroplano. Se llama “Voraz”, y lo actuó Pilar Gamboa y Paula Silva, y es un proyecto que no se puede mostrar porque está exclusivamente orientado a las ventas y, de conseguir producción de afuera, que ojalá suceda, se filmará. Eso para mí fue muy importante como director, ya que amerita haber jugado un poquito en las ligas mayores, por así decirlo, respecto a las cosas que veníamos haciendo. Filmamos acá en Buenos Aires, en los Estudios Cacodelphia, que es donde se hicieron muchas escenas de “El Eternauta” (NdR: serie de Netflix, próxima a estrenarse), que es un estudio en ciento ochenta grados con una pantalla en donde podés filmar escenas muy al estilo de lo que se hace en Estados Unidos, que simulan un fondo falso y uno puede hacer locaciones escenas en movimiento en auto aunque esté fijo y con las altas tecnologías de cámaras. La verdad que fue un sueño muy grande, sumado al hecho de estar trabajando con mi hermano en un proyecto como “1978”, que es algo que empecé a escribir hace dos años, le presenté la idea a Nicolás, a él le gustó y lo empezamos a trabajar juntos. Así es como salió la ocasión de volver a dirigir juntos y nos pareció un gran proyecto, en el cual nos va a acompañar una gran producción, y esperamos que todo salga bien como para seguir creciendo de a poquito. Lo más importante es poder vivir haciendo lo que nos gusta.

N: Este proyecto que te cuenta Luciano, es una película de terror ambientada en la dictadura. Tiene cositas que tienen que ver con el Mundial de Fútbol, y la trama se desarrolla en una tarde-noche de terror, en un centro clandestino de detención, el mismo día del partido final entre Argentina y Holanda. Hay un gran elenco nacional, integrado por Carlos Portaluppi, Mario Alarcón, Jorge Lorenzo y Agustín Pardella. En principio esa es la peli que vamos a hacer, que trata un tema sensible, pero que no va a estar tan relacionado con los desaparecidos, sino que los que la van a pasar mal son este grupo de parapolicías, como se le dice, o represores. Es una película bastante oscura que esperemos que el año que viene ya esté lista para alargar el recorrido de festivales internacionales.

Maximiliano Curcio es periodista cultural, escritor, docente y productor de contenidos radiales. Es director de la Revista Cultural Siete Artes, ha colaborado con numerosos medios digitales y publicado más de treinta libros.

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