EN ESCENA: «Golda Meir: Cuestión de Estado» (Teatrix). Por MAXIMILIANO CURCIO

“Nosotros decimos ‘paz’, y el eco nos vuelve del otro lado diciéndonos ‘guerra’”

GOLDA MEIR

En la excelente obra «Golda Meir» se solidifica una efectiva dupla de director y actriz. Gerardo Grillea y Marina Munilla son, además de compañeros en vida, un gran equipo de trabajo. Artistas todoterreno y notables dramaturgos, quienes por primera vez colaboraran juntos en «La Furia del Volcán», proyecto que llevó a escena la vida de la actriz Ingrid Bergman, y gracias al cual Munilla obtuvo el Premio ACE a la Revelación Femenina.

Notables paralelismos se trazan en la presente puesta, estrenada en 2021 y actualmente en la plataforma Teatrix: Ingrid Bergman interpretó a la diplomática y estadista Golda Meier en la miniserie «Una Mujer Llamada Golda» (con dirección de Alan Gibson, estrenada en 1982). Curiosamente, Munilla construye una suerte de lazo que dialoga con el pasado real y ficticio de ambas mujeres. Golda es un personaje público que lucha por deseos que no son individuales, sino por el bienestar de su pueblo, por el cual está dispuesta a dar la vida. En un registro completamente distinto al que utilizara para encarnar a la eterna diva de Hollywood, Munilla nos brinda un tour de force actoral sencillamente conmovedor.

Golda se reúsa a mostrarse débil. No quiere asumir el máximo cargo mandatario. ‘Hágalo por su pueblo’, le dice su entorno. Ofrecerle a una ‘anciana incapaz’ semejante responsabilidad no parece la más sensata ni la mejor de las alternativas. Sin embargo, astuta, Golda está dispuesta a negociar. Sabe que los enfrentamientos dialécticos pueden ser más provechosos que otra clase de ataques. Con valentía, se para delante de quien la enfrente, porque su carrera en política se trata, ni más ni menos, que de eso. Luchadora insuperable que constituyó la soñada nación sin derramar ni una gota de sangre, se aboca a su mayor desafío: una cuestión de estado.

La obra viaja en el tiempo, desde 1949 a 1967. Cambios de luz y mobiliario reconfiguran los espacios, de un despacho a otro. La Golda de edad mediana y edad anciana confluyen en el cuerpo de Marina Munilla, quien lleva a cabo un pormenorizado retrato de la Primera Ministra de Israel. ¿Cómo es esa mujer detrás de las paredes que la albergan? Nos adentramos en las responsabilidades de su cargo político, y, en otro orden, conocemos la relación que establece con su enfermera y asistente personal, accediendo a un costado poco conocido de su persona.  Un arduo proceso de investigación da sus frutos en una fantástica obra que se encarga de reinterpretar una historia y una vida que son, a la vez, pública y privada. Como espectadores, palpamos el evidente temor de la comunidad judía, acostumbrados a una persecución atávica; el fantasma aún sobrevuela.

La dramaturgia de Grillea visibiliza entrelaces políticos y disputas, tramando los hilos y negociados por detrás que no suelen estar al alcance del pueblo. A Golda la rodean personajes que buscan engañarla, manipularla. La Primera Ministra se muestra, al mismo tiempo, sensible y deteriorada, porque la vejez no perdona: de la Golda que todos conocieron y admiraron, poco queda en pie. En soledad, atestigua un mundo alrededor cayéndose a pedazos. Hay cosa que solo ella puede comprender, porque, como explica, ‘si no se es judío no se entiende nada’.  Sin dudas, estamos frente a una mujer de fuertes convicciones y tamañas agallas, casi tantas como las de un hombre’, acota uno de quienes las secunda. La metáfora con forma de chicana se entiende y cobra dimensión, en consonancia con la mirada patriarcal y machista que primaba hacia mediados de siglo XX.

En un desafío interpretativo notable, Munilla (quien durante este año encarnó a Judy Garland en “Proyecto Garland”) lleva a cabo una notable transformación, merced a un dedicado trabajo de maquillaje y vestuario. Irreconocible debajo de la espuma que rodea su cuerpo, disimuladas sus facciones detrás de una gran nariz de látex, la intérprete brilla en completo esplendor. La colosal entrega de la actriz implica un desgaste vocal y emocional encomiable, y la sutileza de su labor nos permite constatar diversos cambios corporales a lo largo de los años que comprende el relato. Emprendiendo una particular caracterización, fuma sin parar; los años pasan y hacen mella en Golda. Entonces, se valdrá de un bastón y una postura inclinada que denote la faceta crepuscular de la mandataria. Su lado vulnerable, en evidencia, contrasta con la fortaleza de antaño.

En “Golda Meir: Cuestión de Estado” apreciamos el talento de dos de los valores más destacados del teatro alternativo nacional, a la altura de retratar a una figura trascendental de la vida política del siglo XX.

ACERCA DEL AUTOR

Maximiliano Curcio nació en La Plata, en 1983. Es periodista cultural, escritor, docente, columnista radial y productor de contenidos. Es director de la Revista Cultural Siete Artes, y desde el año 2004 ha colaborado con numerosos medios digitales y publicado más de treinta libros.

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