RESEÑAS DE LÁPIZ Y PAPEL: «FRANKENSTEIN»/»EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS». Por JESICA SABRINA CANTO

El descubrimiento de la propia maldad

El ser humano es una criatura con conciencia y que con esa capacidad de auto-percibirse se autodenomina mayormente una persona buena. Sin embargo, ocurre en ocasiones que descubre que sus acciones no lo son, que sin proponérselo ha llevado a cabo o formado parte de actos de maldad. Es entonces cuando debe enfrentarse a la imagen maligna de sí mismo.

Lo mencionado en el párrafo anterior, es lo que les ocurre a los protagonistas de las novelas Frankenstein, de Mary Shelley, y El corazón de las tinieblas, de Josep Conrad.

Victor Frankenstein, personaje de Mary Shelley, descubre su propia monstruosidad al tomar conciencia de que ha dado vida a una criatura maligna. Su creación lleva a cabo asesinatos a sangre fría y que tiene capacidades para sobrevivir y perpetrar el horror más allá de las humanas.

Charles Marlow, personaje de Josep Conrad, descubre su propia barbarie al ver desde dentro las circunstancias del comercio de marfil y campaña civilizatoria impulsada por el Imperio de la cual forma parte.

La propuesta de este trabajo es indagar en cómo esta conciencia de la maldad propia se va formando en los personajes mencionados de forma paulatina, pudiendo estructurar el recorrido que atraviesan en una serie de etapas sucesivas.

Frankenstein, de Mary Shelley

Es posible señalar una sucesión de etapas por las que atraviesa el personaje de Victor Frankenstein en el descubrimiento de su propia maldad:

1. El deseo de creación, egocéntrico y con pretensiones omnipotentes, desafiando las leyes naturales de la existencia:

Al personaje lo motiva la búsqueda de conocimiento, preguntándose por lo que es posible y lo que no, queriendo ir más allá del límite. Asiste a la universidad por ese motivo, y allí, en la distancia de los vínculos familiares, se propone crear vida, algo que no ha sido hecho hasta entonces y que nadie admite posible.

2. Horror y abandono al haber logrado su propósito de dotar de vida a una criatura inhumana:

El personaje queda horrorizado al contemplar el aspecto monstruoso de su creación y huye asustado. Impactándolo de tal manera que comienza a sufrir depresión de la que sólo se repone con los cuidados de un amigo.

Se manifiesta en ello el problema de la paternidad y la autoría, demostrando que el personaje no estaba en condiciones de asumir dichos roles. Esto, a su vez marca, un divorcio con eso anhelado, un ser al que se le niega incluso la posesión de un nombre.

3. Conocimiento de que la propia creación es maligna:

Tras el abandono de la criatura creada, el personaje descubre que esta es la causante de la muerte de su hermano menor, y posteriormente de la de otros miembros de la familia. Esto lo lleva a atribuirle a su creación la característica de asesino y concluir de que se trata de un ser maligno.

Es una característica particular de esta novela el fusionar los géneros gótico y ciencia ficción, aunando en ellos la interrogación sobre la vida y la muerte. Dice Daniel Link, “el monstruo gótico (digamos: Drácula, los zombies, los demonios, las ánimas en pena, etc.) aparece en un campo simbólico cuyo nombre es la Muerte o, mejor: en un campo simbólico cuyo eje de organización es la muerte. Por el contario, los monstruos de la ciencia ficción (androides, replicantes, ciborgs, máquinas, alienígenas, marcianos) aparecen en un contexto simbólico estructurado alrededor de la idea de vida (y su antepasado clásico es el golem). Mientras la literatura gótica interroga la muerte, la ciencia ficción se pregunta por la vida y sus posibilidades: ¿En qué formas y bajo qué regímenes, con qué organización y con cuáles diferencias, en relación con que historias y con cuáles sueños es posible la vida?

Sólo un texto, tal vez, se resista a esta distribución: se pregunta, a la vez, cómo es la muerte y qué es la vida, cuáles son las condiciones de posibilidad de un ser vivo, cuáles los riesgos de la producción (discursiva) de vida. Se trata de Frankenstein, que por muchas razones participa a la vez de la ciencia ficción y de lo gótico, de la fantástica y de la novela de tesis.” (Link, 1994, p. 11)

Estos planteos de Daniel Link se enlazan con esta etapa de conocimiento de la maldad de la propia creación, en el hecho de que eso que se creó, a lo que se le otorgó vida, provoca la muerte de otros. De ese modo ambos ejes se relacionan y permiten esta revelación de la propia maldad en el personaje principal.

4. Conciencia de su rol y equivocación, tras sopesar la idea de crear otra criatura con la que la primera podría reproducirse, dando paso a una nueva especie de seres mortalmente peligrosos para la humanidad:

En el momento de la novela, luego de que la criatura le cuenta su historia al personaje, éste se enfrenta al dilema de cumplir con su rol de creador, con la responsabilidad de las penurias que vive su creación por verse rechazado por la sociedad humana y crear una nueva criatura, tan letal como la primera, que termine siendo maligna. Llega a la conclusión de que su compromiso es con el bien mayor de preservar a la humanidad, tras la reflexión de que una nueva criatura del género opuesto les permitiría reproducirse creando una nueva especie que podría aniquilar a la humana. Opta entonces por no repetir el mismo error cometido antes.

Susan Gilbert asemeja la autoconciencia del personaje de sus actos a la de un creador diabólico, equiparándolo a la idea de Satanás, dice:

“En efecto, como el “verdadero asesino” de la inocencia, representada aquí en la forma del niño William, Victor se percibe como un creador diabólico cuya mente ha “liberado” involuntariamente a un “demonio inmundo” y monstruoso de forma muy parecida al modo en que la cabeza hinchada del Satanás de Milton produjo a Pecado, el monstruo repugnante que “liberó” sobre el mundo.” (Gilbert, 1998, p. 241)

“En su orgullo de Eva (…), este Victor-Satanás se siente “aturdido” por sus poderes creativos.” (Gilbert, 1998, p. 242)

“Porque lo más importante que aprende Victor Frankenstein, debemos recordar, es que él es el “autor” del monstruo —sólo para él “reservado (…) un secreto tan asombroso”— y, de este modo, que él es “el verdadero asesino”, él quien destara a Pecado y a Muerte en el mundo.” (Gilbert, 1998, p. 243)

Tomando estas citas de Susan Gilbert vemos que el personaje principal asume su rol de creador de la criatura como equivalente a ser el verdadero asesino y el verdadero monstruo, siéndole innegable la existencia de su propia maldad.

5. Responsabilidad ante sus actos decidiendo exterminar a su propia creación:

Tras perder a los restantes miembros de su familia y amigos íntimos a manos de la criatura, el personaje cae en la cuenta de que es su deber finalizar lo empezado emprendiendo el viaje de persecución del monstruo para matarlo, impidiendo de ese modo que siga causando el mal.

El personaje es al fin plenamente consciente de que la criatura ha hecho visible su propia malignidad oculta, el poder causar la destrucción por las ansias de conocimiento.

Rosie Jackson plantea lo “otro” en la fantasía en términos de lo “oculto” de lo “real”, dice:

“Lo «otro» expresado a través de la fantasía ha sido categorizado como una área oscura y negativa -como el mal, lo demoníaco o lo bárbaro-, hasta que en lo fantástico moderno se lo ha reconocido como lo «oculto» de la cultura.” (Jackson, 2001, p. 144)

“Mediante su intento por transformar las relaciones entre lo imaginario y lo simbólico, la fantasía horada lo «real», revelando su ausencia, su «gran Otro», sus aspectos indecibles y no vistos.” (Jackson, 2001, p. 152)

Como dice Rosie Jackson, en esta novela se podría pensar en primera instancia que la criatura es lo “otro”, pero ahondando más podemos señalar que lo “otro” es la maldad oculta dentro del protagonista, que lo llevó a crear algo que desafiaba las leyes naturales. Y es la revelación de esto oculto lo que lleva al personaje a tomar responsabilidad de sus actos, manifestada mediante el intento de exterminación del monstruo creado.

El corazón de las tinieblas, de Josep Conrad

Es posible señala una sucesión de etapas por las que atraviesa el personaje de Charles Marlow en el descubrimiento de su propia maldad:

1. El deseo de conocimiento, de viajar a cierto lugar que está apenas explorado:

El personaje tiene deseo de adentrarse en tierra desconocida, el Congo, en África. Dictamina que eso quiere y da cuenta de sus contactos para conseguir un trabajo que lo ponga en ese lugar para explorarlo. No repara ni se interesa en cuáles son los verdaderos fines de los negocios que allí se realizan, sólo lo guía su propio egoísmo de cumplir ese anhelo de navegar en esa región.

2. Primera impresión de desigualdad y explotación en la llegada a la estación central de la compañía belga que comercializa marfil:

Cuando el personaje llega al Congo debe recorre un largo trecho a pie, donde ve a los aborígenes que trabajan para los blancos hacerlo hasta el límite de sus fuerzas, hasta producirles la muerte sin que ello sea relevante para los blancos que los emplean. Al no tener otra cuestión en la cual ocupar su mente, piensa en este hecho mientras se dirige al interior de la estación central.

3. Conciencia sobre el abuso ejercido por los blancos sobre los aborígenes que trabajan en el barco sin tener para comer:

Luego de reparar el barco que va a capitanear, se interna, junto con el director general y otros hombres, en río arriba hacia la estación interna en busca de Kurtz que se encuentra enfermo. Para las tareas más arduas del barco emplean a unos aborígenes dándoles dinero, pero sin ofrecerles parte de sus provisiones de alimentos durante toda la travesía, por lo cual ese dinero no les sirve. Estos aborígenes son caníbales y ello impresiona al personaje viéndolos como bárbaros, pero a su vez tiene conciencia de que, al no ofrecerles comida, son ellos mismos los que los están consumiendo, por lo que se vuelven un primer reflejo de la barbarie blanca.

La novela señala una dualidad del personaje, al ser parte de la nación, pero a su vez extranjero, que le permite un punto de vista móvil no codificado por la pertenencia cultural y la identidad nacional, sin lo cual no le sería posible sopesar esta similitud entre la barbarie negra y la blanca.

Dice Virginia Woolf con respecto a Josep Conrad y las historias de aventuras “uno debe poseer una doble visión; se debe estar a la vez dentro y afuera. Para alabar su silencio uno debe poseer una voz. Para apreciar su resistencia, se debe ser sensible a la fatiga.” (Woolf, 1991, p. 13)

Podemos asociar esta cita de Virginia Woolf con el hecho de que el protagonista de la novela no sólo vive los hechos, sino que al mismo tiempo reflexiona sobre ellos, permitiéndole llegar a la maldad de los blancos y conocer otra realidad a la que imaginaba inicialmente.

4. Revelación de la oscuridad propia en el encuentro con Kurtz, descubrimiento de que lo blanco no es superior a lo negro:

Por las historias que el personaje había escuchado de Kurtz, lo concebía como alguien que había logrado imponerse y dominar a los negros, mostrándose superior. Sin embargo, al concretar su encuentro descubre que este ha perdido la razón, que el contacto directo y prolongado con los nativos ha hecho aflorar en él su aspecto primitivo. Y por tanto concibe la idea de que lo primitivo y la barbarie es algo interno del ser humano, de lo cual no está exento el hombre blanco.

Una vez que llevan a Kurtz al barco, son atacados y este se escapa volviendo a tierra, pero allí se hace evidente de que no tenía en verdad dominio sobre los negros. En su lecho de muerte, este le confiesa al personaje protagonista la cabal verdad a la que ha llegado: el horror.

La ilusión civilizatoria se desquebraja y aparece la evidencia del genocidio y la explotación, pasando a ocupar los negros el lugar de quienes se defienden de una agresión. Esto se torna insoportable para el personaje, que no puede dejar de pensar en ello con el paso de los años. Se cuestiona e interroga a sí mismo como parte de aquella expedición, mirándose en espejo con Kurtz.

Este descubrimiento se da en el personaje por las emociones intensas que le provoca su experiencia.

Dice Sigmund Freud “Lo Unheimlich, lo siniestro, forma uno de estos dominios. No cabe duda de que dicho concepto está próximo a los de lo espantable, angustiante, espeluznante, pero no es menos seguro que el término se aplica a menudo en una acepción un tanto indeterminada, de modo que casi siempre coincide con lo angustiante en general” (Freud, 1992, p. 8)

En consonancia con lo planteado por Sigmund Freud, el sentimiento de angustia del personaje lo sumerge en lo siniestro del descubrimiento de la oscuridad blanca. Lo otro, lo negro, termina siendo un espejo en el cual ve la maldad blanca y su desprotección ante la inminencia de lo primitivo y bárbaro que alberga en su interior.

5. Responsabilidad ante su participación en la expedición, resguardando los papeles legados de Kurtz de manos interesadas y culminando con ir a ver a su prometida y mentirle para protegerla:

En su lecho de muerte Kurtz le pide al protagonista que guarde sus papeles de caer en malas manos, lo cual hace. La responsabilidad ante lo ocurrido lo lleva a conservar aquellos documentos, hasta que aparece la persona idónea para entregárselos. Finalmente, emprende la labor de buscar a la prometida de Kurtz y con motivo de proteger su inocencia ante la maldad y el horror, que ha descubierto que toda persona guarda dentro, le miente diciendo que las últimas palabras de su amado fue su nombre.

El personaje ya no mira el mundo y la realidad de la misma manera que antes, sino que adquirió una nueva percepción del hombre y de lo que alberga en su interior.

Dice Edward Said: “No obstante, la cuestión sobre la que Kurtz y Marlow hablan es de hecho el dominio imperial: el de los blancos europeos sobre los negros africanos y sobre su marfil, el de la civilización sobre el continente oscuro y primitivo. Acentuando la discrepancia entre la «idea» oficial del imperio y la realidad notablemente desorientadora de África, Marlow altera el sentido no solo de la idea misma de imperio, sino de algo aún más básico: la realidad misma.” (Said, 1996, p. 24)

De este planteo podemos desprender la cuestión de que es gracias a la interacción con Kurtz que el protagonista finalmente reconoce y comprende cabalmente la presencia de lo negro en lo blanco, interrogándose sobre la concepción de lo humano. Siendo por ello por lo que se siente posteriormente ligado a Kurtz y se convierte en guardián de sus secretos y protector de su amada.

Conclusión

Luego de realizar el análisis de las novelas Frankenstein, de Mary Shelley, y El corazón de las tinieblas, de Josep Conrad, podemos extraer que los personajes de Victor Frankenstein y Charles Marlow atraviesan un recorrido similar de cinco etapas sucesivas, desde un anhelo de conocimiento hasta tomar conciencia de la maldad propia.

Estas etapas se podrían sintetizar de la siguiente manera:

1. El anhelo de descubrimiento de lo inexplorado:

Los personajes son guiados a la acción por el deseo de conocimiento y autorrealización, atraídos por lo desconocido.

2. Primer encuentro con lo desagradable de la tarea emprendida, que genera una reacción emocional de rechazo:

Los personajes se enfrentan al hecho de que eso que deseaban se ha cumplido, pero no resulta ser como lo imaginaban.

3. Conocimiento, mediante deducción, de la maldad en la que se están envueltos por haber realizado el propio anhelo:

Los personajes, luego de realizar eso que deseaban, se enfrentan a que no sólo no es como lo imaginaban, sino que tiene connotaciones de maldad que no pueden negar.

4. Revelación, a modo de conocimiento de los hechos primero y de toma de conciencia después, de una maldad innegable de la que se es participe:

A los personajes se les revela información precisa que desconocían, que los lleva a reflexionar sobre su propia implicancia en los hechos y como eso los vuelve a ellos mismos malvados.

5. Sentimiento de responsabilidad ante lo ocurrido y toma de acción para intentar subsanar aquello que no debió hacerse:

El conocimiento de su propia maldad por su implicancia en los horrores ocurridos lleva a los personajes a alterar su mirada del mundo y a actuar intentando remediar lo ocurrido, asumiendo las consecuencias negativas de ello para su propia persona.

          Bibliografía literaria:

—Conrad, Joseph. El corazón de las tinieblas [1899]. Madrid, Alianza, 1976. Traducción: Araceli García Ríos e Isabel Sánchez Araujo. Barcelona, Lumen, 1980. Traducción: Sergio Pitol.

—Shelley, Mary. Frankenstein o el moderno Prometeo [1818]. Buenos Aires, Penguin Random House, 2006. Traducción: Alberto Manguel.

Bibliografía teórica:

—Freud, Sigmund. “Lo siniestro. Sobre ‘El hombre de arena’ de E.T.A. Hoffman”, en Obras completas. Volumen 17. Buenos Aires, Amorrortu, 1992, pp. 215-251.

—Gilbert, Sandra M. “La gemela del horror: la Eva monstruosa de Mary Shelley”, en Gilbert, Sandra M. y Gubar, Susan, La loca del desván. La escritora y la imaginación literaria del siglo XIX. Madrid, Cátedra, 1998, pp. 223-256.

—Jackson, Rosie. “Lo oculto de la cultura”, en AA.VV. Teorías de lo fantástico. Madrid, Arco, 2001, pp. 141-152.

—Link, Daniel. “Prólogo”, en Escalera al cielo. Buenos Aires, Marca, 1994, pp. 5-15.

—Said, Edward. “Dos visiones en El corazón de las tinieblas”, en Cultura e imperialismo. Barcelona, Anagrama, 1996, pp. 56-73.

—Woolf, Virginia. “La belleza en una noche de mar”, en Joseph Conrad. La línea de sombra. Bogotá, Norma, 1991, pp. 9-18.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.