COLUMNA LITERARIA: Hielo incandescente, de Verónica Pérez Arango. Por JESICA SABRINA CANTO

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Hacer poesía de una noticia


La poesía ha ido mutando a lo largo del tiempo, al igual que todas las artes, y hoy se
caracteriza por la libertad. Aunque no todos los poetas o críticos concuerden con esto, es un hecho que podemos encontrarnos con la poesía de muchos modos. El cambio más radical, que ha permitido abrir este horizonte es el verso libre, es decir, la supresión de la rima obligatoria. Existe poesía en prosa, en formatos audiovisuales, y con incorporación de elementos que no le son tradicionales. Este último es el caso del poemario Hielo Incandescente de Verónica Pérez Arango, basado en una noticia periodística, pero que además la contiene.

La noticia en cuestión relata el hecho, ocurrido el 24 de octubre de 2014, de que Alan
Eustace, estadounidense de cincuenta y siete años, se había tirado desde la estratósfera (con un dispositivo parecido a un globo a modo de protección) para romper el récord anterior de salto en paracaídas establecido en el 2012 por el austríaco Felix Baumgartner. Cuando Verónica Pérez Arango dio con esta noticia, enseguida sintió el interés de escribir al respecto, pero no lo hizo debido a que por ese entonces su escritura estaba más vinculada a anécdotas personales. Por lo que la idea quedó archivada.
Años más tarde volvió a tomar contacto y escribió el poemario Hielo incandescente,
el cual está divido en tres partes:

Nací para viajar más rápido que el sonido.

Lo que apareció en las noticias ese día.

Ciclos vitales.

Esta división del libro es su rasgo principal, ya que cada parte representa una
perspectiva diferente del hecho que se cuenta. Son tres voces distintas: la primera
representa al hombre que se tira desde la estratósfera, la segunda la voz periodística que Narra el suceso, y la tercer es la perspectiva de la esposa. Inicialmente, su autora pensó en intercalar las voces, pero luego decidió la estructura actual.
Las primeras dos partes son bloques contundentes, de verso largo, más narrativos.
En la primera parte hay una búsqueda de una voz/discurso más prosaico, más fluido e
hipnótico. Se distingue un pensamiento existencialista. La autora releyó Altazor de Vicente Huidobro para escribir la primera parte, ya que quería pensar a Alan como a alguien que quiere ser astronauta, pero a la vez poeta. Quería construir una voz en relación con lo eterno, vinculada a lo místico, con aspiraciones/pretensiones de totalidad, una voz que hace un intento de nombrarlo todo, plasmar el deseo de comunión con el universo.

La segunda parte es la más breve, es en la que aparece la noticia que dio origen al
libro. Esta sección se destaca principalmente por el uso de materiales “no poéticos”: cifras precisas en números (km, años y otras unidades de tiempo). Pero la autora no piensa que haya materiales que sean no poéticos. Ella considera que son recursos que enrarecen porque se acercan al discurso científico, en sentido de poseer datos duros, pero considera que ello puede ser poetizable también. Trabajó con la noticia periodística y la modificó para hacerla poética, pero con el interés de dar cuenta de una respiración distinta en cada parte.

En cambio, en la tercera parte, la voz de la mujer aparece como más cortada, más
agitada. La búsqueda está puesta en reflejar la angustia, donde el sentido se va demorando y cortando. Es a la vez un discurso de lo cotidiano y lo doméstico, que hace referencia a cosas de la actualidad. Es la parte más poética, y más similar al estándar de poesía clásico.

Es interesante de pensar el hecho de que esto se dé cuando la autora toma una voz femenina como perspectiva. Utiliza más metáforas y yuxtaposiciones, se aleja más de lo narrativo que lo anterior.

La familia es un tema presente en el libro, pero no fue una indagación sino algo que
surgió. El libro fue mutando, paso bastante tiempo, en el medio la autora se separó de su pareja y considera que eso aparece en el libro con este viaje del personaje y el reclamo en la voz de la mujer. “Lo autobiográfico aparece aunque el autor no lo busque”, dice. Ella considera la idea de la familia como una célula que está siempre en crisis y que se disuelve y se fragmenta, que es frágil y no por ello está vinculada a lo trágico. Cree en la posibilidad de algo nuevo, de una nueva manera de vincularse con los otros.

El libro contiene a su vez dos ilustraciones, una en la tapa y otra en el interior. Para
esto, la escritora contactó especialmente a Alfredo Machado, diseñador gráfico que trabaja con el collage. Él leyó el libro y tuvo la libertad de crear lo que quisiera. “No ilustran los poemas y esa era la idea, que no fueran miméticas del texto sino que propusieran otra cosa distinta para abrir más el texto”, dice la autora.
En cuanto a las referencias literarias de Verónica Pérez Arango podemos decir que fueron variadas. De chica su madre le leía poemas y escuchaba las canciones de María Elena Walsh, pero recién comenzó a leer por decisión propia a los veintidós años. Pizarnik y Perlongher fueron algunos de los primeros autores que eligió. Actualmente se siente más atraída por escritoras contemporáneas.

Ella no cree en la rotulación de este género. “No podría definir que es la poesía, sino que cada vez que escribo un poema me acerco a ello, pero no es algo que me inquiete, creo que no tiene una definición, que es parecida a un animal no domesticado”, dice.
Agradezco a Verónica Pérez Arango por responder a mis preguntas, lo que hizo posible escribir este artículo.


Datos del libro: Hielo incandescente, de Verónica Pérez Arango (2017, Ed. Caleta Olivia, Género: Poesía, Págs. 57), con ilustraciones de Alfredo Machado.

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