Conversaciones Siete Artes / GUIDO NISENSON – Segunda Parte. Por MAXIMILIANO CURCIO

“LA DEMOCRATIZACIÓN DE LA MÚSICA POR UN LADO ES GENIAL Y POR OTRO TERRIBLE”

En Revista Siete Artes nos visita Guido Nisenson, uno de los más destacados productores discográficos de habla hispana. Nadie más autorizado que él para brindarnos un certero punto de vista respecto al estado de nuestra industria musical. Preocupado por la calidad de la música que se graba y luego escuchamos, evalúa los pros y los contras de la democratización de la música. Además, para esta segunda parte de la entrevista, nos convida de su inagotable apetito melómano, recomendándonos una serie de artistas que vale la pena seguir de cerca. Como si fuera poco, nos brinda detalles de su última colaboración junto a Andrés Calamaro, para el disco en vivo “Razzmatazz”.

Podés leer la primera parte de la entrevista acá: https://revistasieteartes.com/2023/09/07/conversaciones-siete-artes-guido-nisenson-primera-parte-por-maximiliano-curcio/

-¿Cuál de los proyectos que encaraste supuso un mayor desafío?

En sí, cada proyecto es un desafío para mí. El desafío pasa por dónde pones la vara y cuán profundo llegás en la calidad de lo que estás haciendo, y no por rizar el rizo, no para joder, sino porque realmente estás persiguiendo y buscando algo específico.

-¿Cómo ves al rock actual en Argentina? ¿Qué bandas o artistas te atrae escuchar?

Con respecto a los músicos que hay ahora en la escena argentina, te puedo decir que hay algunos que me encantan; estoy fascinado con varios de los nuevos músicos. Por un lado, hay una camada de mujeres que me parecen geniales, que no son tan de hoy, pero sí de los últimos años, como Lucy Patané, Paula Maffia, Carola Zelaschi y Mariana Michi de Bocha de Mugre. Algo que no es rock, pero que a mí me vuelve loco y que acá estamos terminando de grabar un disco, es Juli Laso, que me parece una artista fabulosa, además de que la podés encontrar cantando con Melingo, con los Ricoteros, con El Macha. Me parece espectacular realmente. Trueno es la continuación lógica de los Illya Kuryaki, de hecho, ha grabado y versionado junto a Dante Spinetta. Wos me encanta, me gustan las letras y para dónde va y que suba Mollo a tocar con él. Seguro que se me escapan un montón de cosas que he visto en el último tiempo y que me gustaron muchísimo…hay cosas que ya no son tan nuevas, como Eruca Sativa, Nico Sorín o Lisandro Aristimuño, pero que me parecen geniales.

-¿De qué modo considerás que se prolonga a través de ellos la identidad y estética de nuestra música?

Al contrario de nuestra generación, que tenía que matar la música que venía antes para seguir existiendo, ellos no tienen que matar a nadie; ellos se-paran donde el otro terminó y siguen desde ahí y eso me parece muy sabio. Es algo que los brasileros hacen hace cincuenta años y que nosotros aprendimos en los últimos veinte, digamos. Hoy hay una escena muy interesante, después de esos años de rock chabón que para mí no estuvo bueno. Yo creo que tiene que ver con el menemismo, la idea de ‘pizza con champagne’, la cocaína, el paco…todo eso degradó mucho la calidad, no hace falta ser un genio para reconocerlo, a los hechos me remito, ¿no? Ahora veo otro tipo de cosas pasando, muy interesantes, y hago foco en la identidad, porque ahí es donde me parece que se corta el bacalao. Todos pueden hacer este trap y hablar como centroamericanos…eso me parece una tontería, la verdad. Y después me encanta cuando no lo hacen así, por eso banco a Trueno, por ejemplo, porque se reconoce como bostero, y aunque yo soy de River lo perdono, porque reivindica su identidad, que es en un conventillo del barrio de La Boca. Porque si vas a hacer lo mismo que los traperos centroamericanos, nos vamos a diluir. Y es como cuando nosotros tocábamos rock, no podíamos tocar como los gringos o como los ingleses, porque nos pasaban el trapo, entonces ahí apareció la identidad. Los Charly, Los Spinetta, Los Nebbia, Los Manal…los tipos que nos dieron una pertenencia musical a nosotros.

-¿Qué reflexión podés dejarnos respecto al cambio que ha sufrido la industria discográfica en los últimos años?

Por un lado, creo que la democratización de la música, la idea de que todo el mundo pueda tocar, grabarse y publicar su música es genial, y, por otro lado, es terrible. Porque yo no puedo escuchar tres mil discos en un mes, no es real eso, y esto ya me lo dijo el director de la Rolling Stone, en un viaje que hizo aquí a la Argentina, donde fuimos a cenar con un par de periodistas más. Esto ya pasó hace diez o quince años, y el tipo decía: ‘a mí me llegaban al mes cien discos y ahora me llegan tres mil’…es imposible escuchar todo eso. En el medio de eso, lo segundo: hay un montón de cosas que no merecen ni la pena ser escuchadas realmente. O sea, ¿quién soy yo para para decidir qué es lo que merece o no la pena ser escuchado? Bueno, ese es otro tema. 

-¿Y cómo evaluás el nivel de los dispositivos para grabar o escuchar música en la actualidad?

Creo que la calidad de lo que se transmite en las plataformas y cómo se escucha la música, por la edad que yo tengo y por cómo yo me crié y me gusta escucharla, está muy lejos del ideal. Vamos como al revés, estamos involucionando, ¿viste? Lamentablemente. Una de cal y una de arena. porque todo el mundo ahora puede publicar su música y eso es genial, pero la calidad es muy baja. De hecho, justamente, el otro día estaba escuchando una charla de Eduardo Bergallo, que fue el ingeniero de Cerati y es un tipo a quien yo respeto muchísimo, y él hablaba sobre sobre el volumen con el que se mandan las canciones a las plataformas y esa locura de que todo tiene que sonar fuerte. Comparto absolutamente su idea de que las cosas no son mejores porque suenen más fuertes; eso realmente nos demuestra la época en la que vivimos: mucho ruido y pocas nueces. Que suene más fuerte no lo hace mejor. Luego vi un post de Andrés Mayo, uno de los tipos que mejor masteriza -sino el mejor-, explicando cómo funciona el tema de la calidad en las interfaces de audio, cuando se usa más de un aparato digital y no hay un reloj que unifique ¿Y cómo te llegan después las grabaciones? …como me llegan a mí, muchas de ellas realmente están muy mal hechas. Entonces, en lugar de estar dedicado a mezclarlas y hacer lo que yo mejor sé hacer, que es mezclar, estoy dedicado arreglar las cagadas que hicieron durante la grabación, lo que realmente es una pena, porque al final estamos resolviendo problemas y no poniendo las cosas allí arriba, en el aspecto más creativo y en buscar la mejor calidad de audio.

-¿Qué sensaciones te dejó tu último trabajo junto a Andrés Calamaro, el disco en vivo “Razzmatazz”?

Es un disco en vivo (NdR: publicado en formato digital, en mayo de 2023, por el sello Warner Music), básicamente grabado en la sala Razzmatazz de Barcelona. Es un muy buen disco, elegimos un repertorio que no fuera el de siempre. Yo sugerí que no incluyeran “Flaca”, “Paloma”, “Media Verónica”, sino que fueran otras canciones más orientadas a lados B, y Andrés tiene tanto repertorio que nos resultó muy fácil. De hecho, tiene como veintitrés temas, pero hubo una pequeña batallita, porque al final terminaron incluyendo “El Salmón” …yo no lo hubiera puesto, pero donde manda capitán no manda marinero. Ese disco fue interesante de mezclar, también, porque lo mezclé a medias con mi hijo, que estudió en Inglaterra y además él lo conoce a Andrés de toda la vida; conoce su música, entonces es como que le resultó muy sencillo.

Nuestra reseña de «RAZZMATAZZ»: https://www.facebook.com/photo/?fbid=751710013422109&set=a.206549381271511

-El disco pertenece a la gira 2010, en dónde Andrés se encontraba presentando “On The Rock”. ¿Cómo ubicás esta performance en vivo dentro de su trayectoria?

Era momento de Andrés muy especial, con la que yo considero que es la mejor banda que ha tenido. Estaba conformada por un baterista, bajista y uno de los guitarristas españoles, y después tecladista y el otro guitarrista, ambos argentinos que viven en España. Exagero quizás un poco cuando digo que fue la mejor banda…una de las mejores, porque a mí me ha tocado trabajar con él en excelentes formaciones. Como Los Rodríguez, junto a Ariel Rot que es un guitarrista del carajo, y asimismo destaco la primera banda con la que salimos a girar con el disco “Alta Suciedad” (1997), donde era Pomo el baterista y Candy Caramelo el bajista -que es el mismo de “Razzmatazz”-; también tocaba Ciro Fogliatta (tecladista de Los Gatos), Gringi Herrera -uno de los mejores guitarristas de Argentina- y Guille Martín, el otro guitarrista, un español muy macarra y rolling Stone, era un bandón.

-¿En qué proyecto te encontrás trabajando actualmente?

Ahora estoy terminando el disco de Juli Laso, que me queda un tema por mezclar, que es en colaboración con El Macha y algunos integrantes del Bloque Depresivo y otros músicos chilenos, pero también hay un feat con Vicentico y otro con una cantante, hiphopera y flautista cubana que se llama La Dame Blanche, que es un tornado, algo fuera de serie. Después estoy grabando al mismo tiempo con La Franela y Piti, que era guitarrista de los Piojos. En simultáneo, empezando un disco con una cantante chilena que se llama Ignacia Navarrete, y otro con el grupo Kosmik Band, que tiene la particularidad de estar dirigido por un músico argentino que vivió casi toda su vida en Estados Unidos. Allí cantan la Charo, de Tonolec; el brasilero Nanan, que es un gran cantante y tiene muchísimos seguidores en Brasil; un gran guitarrista español que fue integrante de la banda de Andrés, Diego García ‘El Twanguero’, guitarrista único; y Sergio Verdinelli, uno de los mejores bateristas argentinos sino el mejor, baterista de Spinetta, de Fito, de Kuriayki y de Andrés. Estoy así, subido a varios proyectos, también terminando de mezclar a una cantante inglesa que se llama Ella Windsor. Mucho. Muchos proyectos.

ACERCA DEL AUTOR

Maximiliano Curcio es periodista cultural, escritor, docente y productor de contenidos radiales. Es director de la Revista Cultural Siete Artes, ha colaborado con numerosos medios digitales y publicado más de treinta libros.

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