COLUMNA DE OPINIÓN: Cuando la filosofía se mira en el espejo del arte. Por MAXIMILIANO CURCIO

Podríamos definir a la filosofía, sin miedo a equivocarnos, como aquel arte científico que “por amor a la sabiduría busca las principales verdades del todo”*. Es por ello que, como arte y ciencia, la filosofía “constituye, eleva y unifica al ser humano como artista y sabio de su propia vida”*.

No es una novedad que la filosofía y el arte han mantenido desde sus orígenes una relación conflictiva. Esta tensión se mantuvo hasta comienzos del siglo XX, cuando los filósofos empezaron a acercarse al arte en busca de las respuestas que ya no podían obtener a través de sus propios medios. El llamado ‘siglo de los grandes finales’ (el final de los grandes relatos, el final de las utopías, el final de la razón emancipadora) obligó a la filosofía a buscar fuera de sí: a mirarse en el espejo del arte. La condición estética en el quiebre de dos siglos representó ante nosotros un panorama desconocido.

Si nos detenemos en los textos de aquellos filósofos que se sumergieron en el arte en busca de nuevas respuestas, podemos destacar la obra de Platón y la rivalidad originaria entre el filósofo y el artista. También a Georg Lukács y su estudio de la novela como la gran forma de la «falta de hogar trascendental». Walter Benjamin y la transformación del arte en la era de su reproductibilidad técnica es una referencia insoslayable para entender el dispositivo cinematográfico. El semiólogo Roland Barthes y la fotografía como máscara de la muerte resulta un tema sumamente atractivo de abordar. Imposible resulta no mencionar a Jacques Derrida y su mirada sobre el cine, la psicología y ‘los espectros’, tal como él lo acuñaba. Por último, es importante mencionar a Byung-Chul Han y una sentencia: la belleza como acto de resistencia.

Toda obra de arte contiene dentro de sí una propia filosofía y creemos útil recordar las siguientes palabras de Kant: «Es una grande y necesaria prueba de perspicacia y de inteligencia el saber qué cuestiones pueden ser formuladas razonablemente.» Si la obra de arte proporciona al pensamiento una imagen pura del mundo interno del artista en resonancia con el receptor de la obra, ¿no representa acaso ese contacto con la esencia invisible de las cosas la certeza de que una mirada íntima al fenómeno nos proporcione un acercamiento filosófico al mismo?

*LA FILOSOFÍA COMO CIENCIA Y ARTE (LA UNIDAD FILOSÓFICA DE CIENCIAS Y ARTES), Pablo López-López (Máster Universitario, USAL)

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