Reseña de Recitales: LITTO NEBBIA en Café Berlin. Por MAXIMILIANO CURCIO

PÍDEME LO QUE QUIERAS, ALGÚN RECUERDO DE OTRO LUGAR

En el corazón de Villa Devoto, en el selecto Café Berlin, el gran Litto Nebbia regresó a un recinto en el que se siente sumamente a gusto y en casa. El concierto de la noche del 17 de junio se tituló «12 Canciones Raras», en la promesa de reencontrarnos con un pionero absoluto de nuestro rock, quien, en formato unipersonal, se acompaña para la ocasión de sus preciados instrumentos.

Los ciclos en la distinguida sala de conciertos porteña ya se han convertido en un infaltable del almanaque nebbiero. Bajo la conformación de songbooks temáticos, a lo largo del último año, el prolífico cantautor ha repasado álbumes enteros de su discografía con Los Gatos, así como también formatos en exclusivo con piano acústico. Para la fría noche otoñal, la cita nos encuentra reunidos para escuchar atentamente la propuesta denominada “12 Canciones Raras”. El sentido musical de la misma lo deja en claro el compositor, ni bien entrada la noche: un recorrido elegido merced a canciones agazapadas que, por diversos motivos, han quedado relegadas al lugar de lados B. Sin embargo, y a pesar de no haber contado con divulgación en radios, cada una de ellas posee entidad propia como para conformar la estética y columna vertebral de una serie de discos de fina cosecha. Habiendo sobrevivido al tiempo, salen aquí a relucir con cálida belleza.

Nebbia, quien la pasada semana donó su histórico piano a la Biblioteca del Congreso de la Nación, comenzó a transitar su repertorio pasadas las 20.40 hs. La velada musical abre con «Nuevo Plan» y entre anécdotas graciosas llega el turno de «Si la Dama Quiere». De inmediato, “Vivir en Distintos Barrios” recuerda con nostalgia aquel momento de inspiración y sana rivalidad de antaño, mientras que «Balada del Hombre Solo», perteneciente a la serie The Blues, homenajea ciertos paisajes de los spaghetti western de Clint Eastwood; porque el cine es otra de las grandes pasiones del querido maestro.

La honestidad ética y estética de Nebbia es un tesoro que nunca debemos dejar pasar por alto. El cariño para con sus composiciones de ayer y de hoy conmueve. “De la Nada, lo Mejor” suena hermosísima y da paso a «Retrato de un Adolescente en Cafayate», incluida en el set por pedido de su buen amigo Julio Kaplan. Inseparables sus dedos de las teclas, ameniza entre tema y tema, contándonos que «Un Poco de Vida» es un valsecito escrito en México y grabado con un cuartito de cuerdas búlgaro, cruzando la frontera de la legalidad. Acto seguido, «Está en tus Manos» celebra natalicios y amistades, coronándose como uno de los instantes más emotivos de la noche.

Durante el concierto, Litto realiza importantes anuncios respecto a su flamante etapa creativa. Incansable, en igual medida que admirable, continúa trabajando desde su sello independiente Melopea en la concreción de múltiples estrenos discográficos, entre novedades y reediciones de catálogo, que verán la luz durante el presente año. Hace pocos días llegó a nuestras manos «Temporada 75 – Silbando en el Amanecer (Parte 1)”, fértil cosecha de nuevas canciones. Más anticipos aguardan para la segunda mitad del año, mientras se aboca en el universo literario con creciente frecuencia. Indetenible gestor de proyectos, no para de crear y es así como concibe «Reflexiones de un Hombre Singular» (Conversaciones Sobre Discos y Canciones, 1965-1982).

Nuestro anfitrión posee la bendición de componer sin parar: el arte de su oficio está intacto, y en el Berlin hay canciones para todos los gustos y todas las etapas. Nebbia cambia de teclado y juega con ritmos programados en busca de otras coloraturas. No es que el hombre esté solo, lo acompaña su público fiel, pero él sabe cómo rodearse de canciones que a montones se acumulan entre cientos de posibles listas. De todas las posibles, elige versionar «Por la Evocación», «Días de Juventud», «Gloria y Guitarra» y «Un Hombre, un Amanecer». Ahora es momento de calzarse la guitarra en busca de otras melodías, y es así como llegan a nuestros oídos, entre reconocibles aires folk, «Memento Mori», con letra de Mirtha Defilpo. Mientras tanto, «Nunca Encontraré una Casa Como la que Hay en Mí» rescata el tema que da título a la magistral pieza publicada en 2021.

La noche no agota sorpresas: Litto cuenta la anécdota de «Charlaciones», grabada junto a Silvina Garré para un festival en Washington, aunque el nombre se lo deba a Alejandro Franov, hermano menor de César, compañero de aventuras musicales. Destaca la inclusión del tema “Yo Así no Juego Más”, compuesto (aunque nunca editado) para una obra teatral infantil autoría de Manuel González Gil. Inesperada perla, se trata de otro capricho más. ¿Alguien cree que no se lo vamos a permitir? Si el juego que llamamos rock en nuestro idioma lo inventó él, ¿cómo vamos a enseñarle a jugar?

Intimista, el show se extiende por un total de dos horas…pero todavía queda lugar para más obsequios: el maestro nos convida dos excelentes versiones de «El Mundo ya Empezó» y «Sentimiento Natural», esta última perteneciente a «Alma» (2018). Nuevas formas de armonía encuentran, cinco décadas y media después, la frescura de «De Nuevo en el Camino» (del tercer LP de Los Gatos, “Seremos Amigos”, 1968), por la explícita razón que su autor menciona: las canciones bien construidas resisten, sin problema alguno, el paso del tiempo. Sin embargo, esto no es todo: «Un Recuerdo y Nada Más» se presenta como la última de entre las raras y encendidas. Tal y como era de esperar, el cierre del recital es a pura nostalgia, trayendo al presente ese clásico que siempre queremos escuchar: “Solo se Trata de Vivir».

Hace exactamente dieciséis años, otro rosarino brillante, Fito Páez, editó el disco solo de piano “Rodolfo”. Su onceavo track se titula “Gracias”, y la dedicatoria fue clara hacia su mentor. Entre rescates emotivos que acumula la noche, es la mejor cita que encuentro para cerrar la presente reseña. Porque con Litto volvemos a nuestra infancia y con las palabras justas, cuarenta años después. Porque su música nos hace brillar y cantar. Porque quien cuenta siempre sabe poner las cosas en su preciso lugar. ¿Qué seríamos hoy sin él?

Crédito: Leonardo Maijluf, fotógrafo del grupo «Blues Motel»

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