RESEÑA DE DISCOS: «Empezó la Cacería» (Baltasar Comotto, 2022). Por MAXIMILIANO CURCIO

UN DÍNAMO DE ENERGÍA CONTINUA

En el pasado mes de diciembre conocimos el primer single titulado “Empezó la Cacería”, correspondiente al disco homónimo recientemente editado por Baltasar Comotto. En las redes del artista podemos apreciar el videoclip que acompañara al estreno, dirigido por su hermano, Agustín Comotto, dibujante y escritor. La presentación oficial del álbum se produjo el pasado viernes 18 de marzo, en Niceto (CABA), constituyendo el presente el cuarto trabajo en solitario de quien, pocos podrían discutir, se trata del más destacado guitarrista del rock nacional.

El flamante trabajo de Baltasar se instituye como una mirada panorámica sobre un mundo en plena transformación, acerca del cual es urgente pronunciarse. Un cúmulo de canciones nacidas desde el cautiverio testimonia que solemos ser presas fáciles. Algún planeta nos chocó y llegamos hasta aquí: hagamos un tratado de calma. A lo largo de su media hora exacta de duración, el músico experimenta con complejas armonías, riffs pegadizos y una fina poética que no escatima lirismo. La intensidad dialéctica que el músico propone vislumbra cierta búsqueda existencial: hay allí nostálgicos y evocadores pasajes en escenas vinculares cambiantes (“En el Río”), también incorrección y descontento (“Blues”). Presto a correr riesgos, no teme difuminar las barreras genéricas, y si la ambición de Baltasar lo hizo incursionar anteriormente en el funk, el grunge y la electrónica, aquí rezuman aires de blues, zamba y metal pesado.

Promediando el disco, la barrera que separa lo real de lo imaginado no parece demasiado nítida, mientras el cantante se pregunta si creer o no, e insiste, casi como un mandato a lo largo del tracklist, en lo necesario que resulta ver la realidad a los ojos, aprendiendo a observar, viendo hoy más que ayer. Baltasar, con su inagotable fábrica de líneas melódicas, se reafirma como un creador sumamente original a la hora de explorar las texturas de la canción y sus posibilidades armónicas. Si escuchamos con atención, reconoceremos a un inquieto arquitecto de sonidos, también a un constructor de sentidos a través de sus letras. Complementando incendiarios solos de guitarra en espesa sonoridad, se filtran la pasiones y deseos de quimeras inalcanzables, acaso cruzando mares de infierno (la épica “Temblando”), pandemonio al que vemos, tal nuestra naturaleza voyeur, sin pertenecer, nos advierte el mencionado single que da título al album.

Examinando nuestra condición, el compositor simboliza a la humanidad como un barco desierto y las dudas acerca de un porvenir teñido de brumas se filtran en la atenta escucha de un álbum que prosigue a toda velocidad y puro vértigo (“Videogame”). El título de la canción “Kiev” llama poderosamente nuestra atención, sin embargo, un manifiesto profético acerca de la guerra que mantiene en vilo al mundo puede exceder las intenciones de un disco envuelto en electricidad, sabiendo que la música es el mejor refugio, blindado de toda maldad. Creer o no creer, esa es la cuestión: pendula la duda, mientras rompe la ola y un recuerdo desaparece, no obstante, este puñado de canciones como síntoma de un tiempo en pausa salen a la luz con un denominador común: un mundo que erosiona sus capas de resistencia despide viejas formas que ya se fueron, anuncia “Todas Esas Obras”. Se aprecian las influencias del rock anglosajón, mientras electricidad corre por el cuerpo de Comotto, la guitarra es una extensión de sí. En total comando de su nueva nave insignia, no teme pronunciarse acerca del nuevo paradigma imperante en la sugerente y logradísima “Anticristo”.   

El prestigio de Baltasar como estandarte fundamental del género en nuestro medio excede las encomiables virtudes mostradas al comando de su guitarra para los distintos proyectos en los que ha colaborado. Impar héroe de las cuerdas, podríamos rastrear en lo profuso de su trayectoria y encontrar su aporte fundamental a una serie de discos que ilustran la última etapa solista de Luis Aberto Spinetta, con quien grabara “Un Mañana” (2008). Notable, se encumbró como un pilar sonoro esencial en el disco “Bohemio” (2013), de Andrés Calamaro. Asimismo, recibió el reconocimiento unánime por parte de sus pares (en sus discos participaron talentos de la estirpe de Ricardo Mollo o Daniel Melingo), el público y la crítica especializada. Párrafo aparte merece su labor integrando la banda de Indio Solari, Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, desde 2004 a la fecha, y adquiriendo en el último tiempo mayor protagonismo en escena. No obstante, hay mucho más para descubrir en Comotto, también ganador de dos Premios Gardel en 2018.

Dueño de una carrera solista en plena proyección y expansión, su talento se evidencia en una serie de logradísimos discos editados desde 2008 a la fecha: “Rojo”, “Blindado” y “Élite”, preceden a la primera gran novedad discográfica que ofrece el rock durante el presente año. Así canta su rock, de voz cruel al viento y tal es su modo de vivir, tal y como como augura el tema «Tu Modo”: disidente, salvaje y fiel a su propia religión. Entreguémonos a la escucha de “Empezó la Cacería”, una propuesta conceptual fascinante y homogénea. La última mutación del siempre brillante Baltasar Comotto.

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