ESTRENOS DE CINE: Especial Premios Oscar / «El Poder del Perro», por Alexia Muiños Ruiz

Venganza y deseo en un western sin pistolas

Jane Campion lo ha vuelto a hacer. 12 años después de Bright Star, vuelve al cine por la puerta grande, con el género más cinematográfico que existe y revirtiendo los códigos del mismo. Nos muestra a hombres rudos que encierran una atormentada represión sexual y cómo la venganza puede tejerse de manera exquisita e imperceptible. Grandes espacios que pesan en los recuerdos y condicionan los afectos del protagonista, un inmenso Cumberbatch. Veremos si una película tan hermosa, tan sutil y producida gracias a Netflix conquista a los miembros de la Academia, como hizo El Piano en 1994.

El Poder del Perro es el octavo largometraje de Campion en el que adapta la novela homónima de Thomas Savage, de 1967.  La película se estrenó en el pasado Festival de Venecia donde recibió una gran ovación y el León de Plata a la mejor dirección para Campion. Lidera la carrera de las nominaciones en los 94 Premios Oscar, con 12 nominaciones que incluyen la de mejor película, dirección (segunda nominación en esta categoría para Campion), y guion adaptado, de Campion también. Nominación a la fotografía (impresionante el trabajo de la australiana Ari Wegner), música de Jonny Greenwood (muy contemporánea, atmosférica y vibrante, que sugiere la tensión de los personajes), sonido, diseño de producción, montaje, actor protagonista para Cumberbatch, actor de reparto para Plemons y Smit-McPhee y actriz de reparto para Dunst.

La trama se centra en la relación de los hermanos Phil (Cumberbatch) y George (Jesse Plemons), que se hablan poco, se entienden menos pero gobiernan un rancho juntos. Que George se case con la viuda Rose (Kirsten Dunst) y la lleve al rancho es demasiado para Phil, pero sus «desgracias» no acaban aquí, porque Rose es madre de un delicado joven (Smit-McPhee que borda el papel del inquietante Pete) que fabrica flores de papel y estudia medicina. Pete es demasiado sensible, amanerado y su encaje en la montaraz Montana en 1925 es muy difícil. Phil no piensa aceptar ni a Rose ni a Pete.

La película se articula en cinco episodios, el primero bastante costumbrista, comienza con planos del ganado en el cercado y los vaqueros trabajando con las reses ( Oh, ¿vamos a ver Río Rojo?) . Se nos presenta a Phil de una manera misteriosa, a través de un travelling lateral desde el interior de la casa, desde donde parece que estemos espiando a Phil. Lo vemos entre el hueco de ventanas y puertas, al más puro estilo The Searchers. Phil no pertenece al universo de la casa, sino a la naturaleza, allí donde está cómodo sin tener que mediar palabra con nadie.

El espacio es sobrecogedor. El rancho se ubica al pie de unas montañas imponentes que hipnotizan a Phil y le recuerdan a su mentor, Bronco Henry, quien le enseñó otra manera de mirar el paisaje y la vida. La luz, cegadora en el exterior, contrasta con la oscuridad de la casa en la que gobiernan los hermanos desde que tomaron posesión del rancho.

Campion y Ari Wegner han compuesto unas imágenes bellísimas que homenajean al género, regodeándose en los magníficos exteriores, y los planos crepusculares de los vaqueros llevando el ganado a su destino, con algo de ayuda de efectos visuales para multiplicar el número de cabezas de ganado en la producción. Profusión de planos que ahondan en el trabajo minucioso de los vaqueros y la expresión de los animales. La iluminación lúgubre de los interiores es perfecta para caracterizar la tiniebla interior de los protagonistas, especialmente de Phil.

¿Campion haciendo una película de vaqueros? ¿Una peli de Jane Campion protagonizada por un hombre? Afortunadamente sí, porque está al alcance de pocos cineastas el tratar la homosexualidad reprimida y el deseo con esta sensualidad, ternura y acabar dándonos una bofetada en la cara con el último plano de la película, que revela la esencia y a qué se debe este bíblico título. El poder del Perro parece una cosa, pero luego es otra. Parece un perro fiel pero acaba mordiendo al final. Parece un estudio sobre la masculinidad tóxica y represión sexual pero en realidad es el triunfo de la sensibilidad y del amor a la madre. Parece un western, pero es un thriller psicológico.

Phil se revela como un hombre cruel y atormentado casi en cada escena. Cuando pega a su caballo, cuando quema las flores de origami que Pete hizo para decorar las mesas. Con su negativa a vestirse para celebrar la boda de George y Rose. Con desprecio y abuso mental al que somete a Rose, que ni siquiera consigue practicar la marcha Radetzki al piano sin que Phil la humille tocando la melodía al banjo sin necesidad de partitura. Esta escena es particularmente letal. Rose no puede practicar en el salón, porque Phil la acecha desde su habitación en el piso de arriba. La cámara avanza en un travelling hacia Rose, interrumpido varias veces por el banjo de Phil. Como una risotada cruel. Pero es una crueldad contenida, no exhibicionista ni abusiva con el espectador. Poco a poco se desgrana la complejidad del personaje, cuyas dobleces sobrepasan las del Ethan de The Searchers o del Bill Munny de Sin Perdón. Se revela su obsesión por Bronco Henry y su viraje en la vida después de la muerte de éste. Su reverencia hacia los objetos de Bronco, que guarda como reliquias y cómo se afana en que todos en el rancho tengan presente su recuerdo, también los que nunca lo conocieron. La manera en que acaricia la silla de montar que perteneció a Bronco, justo después de soportar ruidos de la alcoba nupcial de su hermano revela mucho del sufrimiento de Phil y su relación con Bronco. Cómo se acaricia a sí mismo con el pañuelo que perteneció a Bronco, en una de las escenas más homoeróticas que se han visto en gran (y pequeña) pantalla.

Y aquí luce en su esplendor el toque Campion, gran exploradora del deseo y la sensualidad. No es que Phil hable mucho más que Ada en El piano, pero ambos gritan su deseo en silencio y se conducen conforme a él, ayudándose de la música. Igual que en El Piano, la sensualidad y la violencia coexisten y marcan a los personajes. Pero en El poder del perro, tenemos a un hijo que ama completamente a su madre, y lucha porque sea feliz.

Rose, con su cabello corto y estética de flapper, es una rosa en el desierto de Montana. Rose, que tocaba el piano acompañando sesiones de películas, acaba marchitándose en el rancho después de haber gestionado su restaurante, como viuda hecha a sí misma. Rose llena de delicadeza el rancho,  enseña a bailar a George, pero sus intentos por ser feliz son aplastados por Phil, que la empuja a beber, imposibilitando que se adapte, sobre todo cuando George se ha de ausentar y la deja sola. Rose busca la seguridad en compañía de las mujeres del servicio de la casa. Pero Rose ha educado a un hombre fuerte, al que no asusta hacer flores de papel, bailar el hula hop o pasearse impertérrito con su camisa blanca impoluta delante de vaqueros que lo increpan porque no soportan que sea diferente. No soportan que Pete viva su sensibilidad o amaneramiento con tranquilidad y aplomo. No soportan al extranjero.

Lo que podía derivar en una exposición de acoso, abuso y crueldad al joven que no encaja en la sociedad patriarcal, se convierte en una historia de seducción, o en el intento de Phil de convertirse en Pygmalion-Bronco Henry y educar al joven Pete para que se desenvuelva en la vida del rancho. Pete ha acabado el curso en la escuela de medicina y pasará las vacaciones de verano allí. Un verano que anima a los vaqueros a sacarse sus camisas y bañarse juntos en el río. Pero no Phil, que prefiere bañarse en soledad y consagrarse a enseñar a Pete a montar a caballo. Pete se gana a Phil cuando le dice que en las montañas abruptas que rodean el rancho, él ve la figura de un perro ladrando, igual que vio Bronco en su día. Phil se queda estupefacto y entiende que ambos se mueven en el mismo código. Phil quiere hacer un hombre de Pete, como hizo Bronco con él 25 años atrás. Quiere llegar a ser para Pete lo que Bronco fue para él. Y Pete se convierte en su perro.

La película no reposa sobre grandes acontecimientos o trama vertiginosa, sino en los planos detalle a lo largo del film, como el del trigo manchado con gotas de sangre de Phil, la cuerda trenzada apoyándose en la cadera del vaquero, los dedos de Phil mezclandose con los jirones de cuero crudo en el agua, la batidora haciendo espuma en la masa para el desayuno, el tacto del pañuelo de seda sobre la garganta o de los guantes de gamuza en las manos de Rose. Es la manera de Campion de encontrar la sensualidad en lo cotidiano y de llenar el western de toques femeninos, destellos de esperanza en un mundo hipermasculinizado.

El clímax de la película es una genialidad de la dirección y la puesta en escena. Tras la crisis de Phil, en un plano muy agitado, cámara en mano, porque la alcoholizada Rose ha regalado unas pieles de vaca a los indios. Las pieles que iba a usar para trenzar una cuerda que quiere regalar a Pete. Pete lo tranquiliza, se saca los guantes, sujeta del brazo a Phil y le dice que él puede darle una piel sobrante que ya ha cortado en tiras. Phil no entiende por qué tiene esta piel cortada. Pete confiesa que lo hizo porque quiere parecerse a él.

Dos movimientos de travelling casi circular navegan por lo rostros de Phil y Pete. Estamos a punto de presenciar un beso apasionado, Phil apoya su mano en el cuello de Pete y casi le besa. Se siente la tensión sexual contenida que provoca el agradecimiento de Phil por su amabilidad. Phil trabaja toda la noche para trenzar la cuerda para Pete, mientras Pete le mira y admira. Phil abre su corazón y revela intimidades con Bronco, con cómo le salvó la vida dándole calor corporal. Pete escucha y saca sus conclusiones. Como buen pupilo, Pete lía un cigarro que acerca a los labios de Phil. En un gesto sensual, Phil da una calada al cigarro que Pete sostiene en sus dedos. Campion al rojo vivo, corta a planos de los caballos rozándose dentro del cercado.

El desenlace sucede rápido y discreto. El mundo de Phil se acaba. Se levanta enfermo y sufre por entregarle a Pete la cuerda, pero Pete no aparece. George sube a Phil al coche, en busca de un médico y desaparecen entre las montañas por las que tantas veces ha cabalgado.

Una elipsis nos indica que Phil ha muerto y en el funeral se sugiere que ha sido por Ántrax.

La venganza del perro. Ahora entendemos de dónde ha salido la piel de vaca que Pete ha cortado cuidadosamente con sus manos enguantadas.

Pete lee y disfruta de la quietud del rancho. Acaricia la cuerda hecha por Phil y la guarda bajo la cama. Bien oculta. No será un objeto que venerará, como fueron los de Bronco para Phil. Desde la ventana, Pete observa a su madre regresando del funeral con George y besándose antes de entrar en casa. Su sonrisa a lo Norman Bates nos recuerda que su único deseo es la felicidad de su madre, como anunció su voz en off al inicio de la película. La muerte provocada de Phil posibilita que Rose disfrute de la vida con su marido.

Pocos finales son tan demoledores y están tan exquisitamente planteados como el de El Poder del Perro. Un final que transforma a los personajes y la película. Un final tan visual como místico y que nos permite entender que las apariencias siempre engañan y que no hay que subestimar el valor de una rosa.

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