EL BUSCÓN: Génesis de Novela Policíaca y Novela negra.

Por Carlos Pérez de Villarreal

Escritor – Periodista

Creada por la modernidad, la literatura policíaca, se ha ido transformando con el correr del tiempo en un suceso cultural, dado la profusión de libros con estas características y la calidad de grandes escritores que han ido apareciendo.

Podríamos establecer que su génesis se origina en Edgar Allan Poe, con sus cuentos Los crímenes de la calle Morgue (1841), El misterio de Marie Rogêt (1842-1843), La carta robada (1844) y El escarabajo de oro (1843). Aquí aparece el detective Auguste Dupin como protagonista de estos trabajos, personaje que dio pie a Sir Arthur Conan Doyle a crear a su famoso Sherlock Holmes. Junto a Agatha Christi y otros autores, formaron lo que se dio en llamar la Escuela inglesa de novela policíaca.

Tiene características muy marcadas:

· Desarrollo casi matemático de la trama.

· Pistas y piezas que deben encajar.

· Fórmula intelectualizada, psicológica.

· Su resolución casi siempre se deduce en espacios cerrados.

· Resolución intelectual del crimen.

· Intrigas complejas y refinadas: venenos, conspiraciones…

· Estilo meditativo y relajado.

· Detective de clase alta, con buenos modales, paciente, con capacidad de análisis y no violento. Un ser superior a los demás.

· Personajes y ambientes con mansiones lujosas, nobles…

· Lenguaje culto, cuidado y elegante.

· El bien gana sobre el mal. Mensaje moral, ético.

En 1844, Soren Kierkegaard, publica El concepto de angustia. Casi inmediatamente aparece El cuervo, de Poe. ¿Hay casualidad en esto, o es fruto de la causalidad? Es una época convulsionada por la aparición de la sociedad industrial, la necesidad hace aparecer este género literario. Se leen novelas de misterio, porque se sabe que la vida es impredecible. Entonces el orden social y la justicia permiten creer en ellas, caminando por una investigación racional.

Por otro lado, entra en escena la Escuela estadounidense de novela policíaca, formada principalmente por Carroll John Daly, Dashiell Hammett, Raymond Chandler y Jim Thompson, ya en el siglo XX.

Concebida en la época de la Gran Depresión norteamericana, deja de lado el poco realismo anterior y la importancia que se le brinda al enigma, para entrar en los aspectos sociales de la época, denunciando la inmoralidad, contribuyendo así a crear la llamada Novela Negra. El galicismo se debe a la Série Noire, de la editorial francesa Gallimard.

Ambientada en la ciudad, donde el crimen reina en las calles, aquí se cuestionan los valores de una sociedad capitalista, materialista y de consumo. De esta manera se pasa

de una novela policíaca realista a una nueva novela policíaca naturalista, el denominado hard-boiled. Esta última otorga un papel muy interesante a la agresividad y la acción. El tiempo es rápido. Aparecen escenarios golpeados por la crisis y la corrupción. El público es de clase baja y de poco poder adquisitivo, que pide una lectura veloz, con un lenguaje directo y entendible. Ya no se imprime en tapas duras, sino en revistas, como relatos cortos y papel económico (papel de pulpa – pulp).

Se recurre a la violencia, al uso de armas y pone de manifiesto temas actuales para la época: racismo, nacionalismo. El detective es rudo, violento pero con códigos. Hará lo imposible para desenmascarar al culpable. Se divulga en revistas como Black Mask, Detective Store o Dime Detective, y es el propio Chandler quien expresa sus principios en The Simple Art of Murder (El simple arte de matar, 1950).

Aparecen así grandes escritores norteamericanos como Patricia Highsmith, William Irish, Chester Himes, Ross McDonald, William R. Burnett. James M. Cain, publica su afamada El cartero siempre llama dos veces, protagonizada en cine en dos épocas diferentes, la última en 1980 por Jack Nicholson y Jessica Lange. A su vez, cuenta también con literatura europea e hispanoamericana, como Georges Simenon, Manuel Vázquez Montalbán, o Andrea Camilleri, por ejemplo.

Sus características principales, que difieren totalmente de la escuela inglesa, son:

· Lenguaje coloquial, con argots callejeros

· Sin eufemismos

· Valores éticos no tan pronunciados

· Cinismo en el detective protagonista. Está de vuelta de todo

· No importa, a veces como se identifica al culpable

· El protagonista es realmente estoico, incrédulo, escéptico

· El narrador en primera persona (mayor realismo y mayor compromiso).

· Cuenta un crimen. Se plantea un caso.

· El criminal o antagonista. «El malo»

· La “femme fatale”. «La chica»

· La ciudad: Los Ángeles, en Marlowe; Venecia, en Brunetti; Vigata, en Montalbano; Barcelona, en Carvalho…

El género en los últimos años, mutó en diferentes formas, de las cuales se pueden observar notoriamente la combinación de las dos escuelas, que da como resultado detectives con armas y entrenados para su uso, y al mismo tiempo se sigue viendo el análisis realizado para resolver el caso junto a la observación.

Varias razones provocan esta mezcla, una de ellas es que en la época actual la mayoría de las novelas policíacas que se ven por televisión, son realizadas en Estados Unidos, con gran despliegue, lugar en el que se creó precisamente la novela negra. Sin embargo, aun se conservan las cualidades de análisis y observación de la escuela inglesa, tal vez porque la hacen más interesante.

Han surgido últimamente en Europa series nórdicas: Sorjonen, Trapped; que utilizan el “sistema” ingles de deducción. Otros escritores europeos, han desarrollado esta temática: Philip Kerr (Edimburgo), famoso por su tetralogía Berlin Noir y su detective Bernie

Gunther. Camila Lackbërg (Suecia), con el policía Patrik Hedström y la escritora Erica Falck. Henning Mankell (Suecia) y su inspector Kurt Wallander. Petros Märkaris (Grecia), con el inspector Kostas Jaritos.

En nuestro país, la literatura policial tiene un gran auge en la década del 40. En 1942 Jorge Luis Borges escribe La muerte y la brújula, y junto con Adolfo Bioy Casares, publican Seis problemas para don Isidro Parodi, bajo el seudónimo de H. Bustos Domecq. Parodi es el típico detective racional que resuelve los enigmas, aunque lo hace desde una celda en la Penitenciaría Nacional. En 1945, Bioy Casares escribe con Silvina Ocampo Los que aman odian, solo para mencionar algo de lo que se produjo en esta década tan significativa.

En 1950, la revista Vea y Lea organiza un concurso de cuentos policiales que recibe cerca de doscientos relatos. Con esta y otras publicaciones, el policial sale de un círculo intelectual y pasa a un período de mayor difusión y de aparición de nuevos autores. En estos años, además, continúan las publicaciones de la colección El séptimo círculo de Emecé, dirigida por Borges y Bioy Casares y Rodolfo Walsh presenta la primera antología argentina del género: Diez cuentos policiales argentinos (1953) con relatos de Borges, Leopoldo Hurtado, Facundo Marull, Adolfo Pérez Zelaschi, Manuel Peyrou, Bioy Casares, y de él mismo, entre otros.

De 1955 es la famosa novela de Marco Denevi, Rosaura a las diez y Velmiro Ayala Gauna publica Los casos de Don Frutos Gómez, con un comisario de campo que, con su simpleza, resuelve las situaciones más complicadas. En los años 60, siguen las publicaciones de cuentos y novelas del género, y posteriormente, aparecen varias antologías en el país y el exterior.

Haciendo un gran salto en el tiempo, en los 90 y siguientes, tenemos El cadáver imposible (1992), de José Pablo Feinmann; La pesquisa (1994), de Juan José Saer; Plata quemada (1997), de Ricardo Piglia; Mares del Sur (1997), de Noé Jitrik; La traducción (1998) y Filosofía y Letras (1999), de Pablo de Santis; Tesis sobre un homicidio (1999), de Diego Paszkowski; Crímenes imperceptibles (2003), de Guillermo Martínez y Segundos afuera (2005), de Martín Kohan.

Más cercano a nuestros días, han aparecido varios autores y autoras que han desarrollado este tipo de novelas, como lo demuestra el éxito del festival de Novela Negra BAN! (Buenos Aires Negra), o los que fueron premiados en uno de los festivales más famosos de Europa, La Semana Negra de Gijón con el Premio Hammett.

Podemos citar como ejemplo, entre otros a Claudia Piñeiro, Jorge Fernández Díaz, Guillermo Saccomanno, Raúl Argemí, Horacio Convertini, Rolo Diez, Florencia Etcheves, Kike Ferrari, Nicolás Ferraro, María Inés Krimer, Marcelo Luján, Ernesto Mallo, Sergio Olguín, Guillermo Orsí, Leonardo Oyola, Cristian Perfumo y Carlos Salem Sola.

La novela negra ha resurgido, es un género que hoy está de moda. Aprovechémoslo, porque la intriga, suspenso, emoción, muerte, pasión y aventura, es lo que atrajo siempre al ser humano.

Un comentario

  1. Una reseña que tiene forma documental. En el rubro de argentinos hay ausencias como la de María Angélica Bosco, Angélica Gorordischer, Héctor Tizziani, Juan Sasturain, Mercedes Giuffre, Sergio Olguin, Daniel Sorín, entre otros. Entre los extranjeros Paco Taibo, Carlos Salen, Carlos Zanon.
    También entre los más jóvenes, faltan algunos nombres con Juan Carra.

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