La inspiración en lo real y el trabajo con el lenguaje

En la literatura muchas veces se mezcla lo real con lo ficcional o lo real sirve de inspiración para lo ficcional. Este es el caso de la novela Eisejuaz, de Sara Gallardo. Esta historia está basada en la persona de Lisandro Vega, un místico indígena del Chaco salteño, a quien la autora conoce en un viaje en 1960. Eisejuaz es el nombre en wichí.
En la novela, el personaje recibe la visita de su Dios, que le anuncia la llegada de un enviado, el cual resulta ser un lisiado, individuo oportunista y marginal a quien Eisejuaz rapta para iniciar una peregrinación por la selva en busca de su liberación. El protagonista es a su vez el narrador de la historia mediante un monólogo místico de un indio mataco que, cree, está recibiendo señales de Dios.
Para contar esta historia, Sara Gallardo crea una lengua artificial literaria, diferente a la real utilizada por los indígenas, pero que tiene base en ella. Y desde ese modo de habla inventado va desarrollando su cosmovisión. Se presenta una tensión de los valores y lo ético, surgiendo la ambigüedad.
La explotación de los indígenas es el contexto de esta narración, pero aparece de modo oblicuo, no directamente. Sino que la subjetividad que presenta el narrador, y protagonista, es represente de su cultura. Todo el tiempo se invierte el sentido común, aparece una lógica otra a la del valor del dinero.
El personaje se va desagarrando a medida que transcurre la historia y el lector es capaz de percibirlo paulatinamente. La autora apela a los lugares estratificados, el prostíbulo es el lugar más bajo, único lugar donde él consigue trabajo sólo por comida luego de que fuera difamado.
Pero las destrezas de esta escritora no concluyen allí, sino que también incorpora en el libro construcciones poéticas como ser: “Por vos el mundo no se rompe, y no se romperá.”

Datos del libro: Eisejuaz, de Sara Gallardo (1971, Editorial Sudamericana, género: novela, págs. 176).