…Y MODERNO: ‘La Novena Puerta’ (1999), de Roman Polanski. Por HÉCTOR SANTIAGO

Transcurrieron cinco años desde que se diera a conocer La muerte y la doncella para que Polanski presentara una nueva obra. En 1999, basado en una novela de RérezReverte , produjo y dirigió La novena puerta. Al film en cuestión se lo ubica generalmente en el género thriller-terror.

Paradójicamente, para quienes han transitado por las obras anteriores de este director polaco tan ligado a los temas diabólicos resultará difícil reconocer en La novena puerta una película de importancia decisiva en su dilatada trayectoria. Más aún, constituye un enorme reto reconocer en ese trabajo las huellas autorales de Polanski o lo que se ha llamado «política de autor». 

La novena puerta es un trabajo fílmico que, en términos generales, resulta convencional y por momentos poco verosímil. El núcleo y motor del suspenso del relato temático -la búsqueda y cotejo de 3 ejemplares del libro Las nueve puertas del Reino de las Sombras-, tiene un montaje tradicional, una cámara que casi nunca o nunca llega a sorprendernos, planos estándares, algunas actuaciones correctas en un abundante reparto de sobreactuaciones y personajes caricaturizados. Por momentos escenas que parecen haber rebasado el límite entre el auténtico film de terror con la parodia (el ataque de la Sra. Telfer a Corso a la manera de un lobo, la imagen de la Baronesa Kessler estrangulada con la lengua ladeada, el final de Balkan incendiándose, el rostro de Corso mirando al propio Balkan al inmolarse, etc.) o secuencias donde se producen situaciones violentas resueltas con escasa credibilidad, anteojos que en un mismo tiempo-espacio aparecen rotos y en buen estado y por último, la irrelevancia e incongruencia que tiene para el relato la secuencia de la relación sexual entre Corso y su guardaespalda.

En términos generales la película parece sometida a un constante vaivén entre el thriller-terror como identidad  y la sátira de ese mismo género (vr. La danza de los vampiros). Pero todo indica que la obra nunca llega a constituirse como una parodia convincente y tampoco como un ejemplar bien resuelto del género de suspenso y terror.  

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